En septiembre de 1981, Bruce Springsteen, entonces 32 años, terminó la gira de su disco doble The River. El cantante no había estado nunca en una posición tan triunfal. Gozaba de lo que siempre anheló: que su rock and roll teñido de musculoso soul y sus historias de personajes en busca de libertad prendieran en una audiencia masiva. Era el héroe del pueblo. Sin embargo, a los pocos días del último concierto, se derrumbó. “Me topé con un muro personal que ni siquiera sabía que existía”, dijo el protagonista. Este fue el oscuro caldo de cultivo del álbum más atípico de su discografía, Nebraska (1982), un trabajo que la disquera no quería publicar porque le parecía “demasiado deprimente”. La respuesta de Springsteen enervó más a los ejecutivos: “No habrá singles, no habrá gira para apoyarlo, no habrá entrevistas de prensa”. Ni siquiera quiso salir en la portada. A pesar de las protestas de CBS, su multinacional, el álbum se editó y alcanzó un meritorio tercer puesto de las listas de ventas en Estados Unidos.Más informaciónEl 24 de octubre se publica Nebraska’82: Expanded Edition, cuatro discos con material inédito, y el mismo día se estrena Springsteen: Deliver Me From Nowhere, película dirigida por Scott Cooper e interpretada, en el papel de Bruce, por Jeremy Allen White, protagonista de la popular serie The Bear y, dicho sea de paso, exnovio de la cantante Rosalía. La película está basada en el libro del mismo título, que se acaba de publicar en español, escrito por Warren Zanes, que atiende a EL PAÍS para este reportaje. “Lo único que Bruce intentaba lograr con Nebraska era sobrevivir. Él lo describe como problemas de la infancia que afectaron a su vida adulta. Salió de la gira The River y había fantasmas esperándole en la puerta de su apartamento. Más instintiva que conscientemente, se dedicó a lidiar con ellos y a encontrar un poco de orden en su vida, un significado más allá de lo que sucedía en el escenario. Nebraska fue algo que se desprendió en ese proceso, un documento de problemas que, en última instancia y extrañamente… dio esperanza. Pero la esperanza no estaba en las canciones, sino en el acto de escribirlas y salir adelante”, cuenta Zanes.La relación con su padre, Douglas, traumatizó al cantante durante décadas. Con nueve años, la madre enviaba a Bruce a buscar a su padre al pub. Alcohólico y bipolar, los arrebatos de violencia de Douglas eran habituales. Bruce se encerraba en su cuarto, se hacía un ovillo en la cama y se tapaba los oídos. Le servía de poco: su padre aparecía al rato. Convertido en una estrella del rock a nivel mundial, sentía ese vacío. Debía enfrentarse a su pasado y lo hizo durante la elaboración de Nebraska. El saxofonista Clarence Clemons consuela a Springsteen durante un concierto en Detroit, en octubre de 1980. Icon and Image (Getty Images)El músico estadounidense Elliott Murphy es contemporáneo de Springsteen (ambos tienen 76 años), son amigos desde hace décadas y han compartido escenario. Murphy responde desde París, su residencia, para este reportaje: “Normalmente, el mensaje de cualquier álbum de Bruce es la esperanza y la alegría pura de estar vivo, pero en Nebraska hay poca esperanza y poca alegría: es una canción tras otra de una hermosa desesperación, una búsqueda de comprensión donde no la hay. Bruce siempre ha tenido esa asombrosa capacidad de encarnar plenamente a los personajes de sus canciones, y Nebraska no es la excepción. No se me ocurre ningún otro artista que hubiera hecho un álbum tan puro y descarnado como este. Era Bruce Springsteen en su momento más desoladoramente hermoso”.Portada del disco ‘Nebraska’, que Bruce Springsteen publicó en 1982. Para grabar el álbum, el músico se aisló. Le pilló en un momento de su vida sin pareja ni casa propia. Alquiló una en la costa de Jersey (Colts Neck, a 80 kilómetros de Nueva York) y allí, con una guitarra acústica y una armónica, comenzó el difícil camino de rebuscar en sus recuerdos más tenebrosos. Leía cuentos sombríos de Flannery O’Connor y veía compulsivamente la película Malas tierras (Badlands), un filme de 1973 dirigido por Terrence Malick e interpretado por Martin Sheen (que luego protagonizaría Apocalypse Now) y Sissy Spacek (la misma de Carrie). Malas tierras cuenta la vida de un asesino en serie, un chico de clase trabajadora de 19 años que se subió a un coche con su novia de 14 años y se embarcó en una matanza de dos meses: asesinaron a una decena de personas. La canción que abre el disco y le da título, Nebraska, trata este episodio, pero con un giro argumental, ya que Bruce habla en primera persona. “La vi parada en su jardín delantero haciendo girar el bastón de majorette. / Ella y yo fuimos a dar un paseo, señor. / Y diez personas inocentes murieron”. Suplantando la personalidad del asesino, Springsteen se metía en la historia con la cara destapada. Así explicó el músico su propósito: “Nebraska habla del aislamiento en Estados Unidos. ¿Qué le pasa a una persona cuando se siente excluida de sus amigos, de su comunidad, de su gobierno o de su trabajo? Son cosas que mantienen la cordura, que dan sentido a la vida. Si desaparecen, las obligaciones sociales se convierten en una farsa. Y, en ese momento, puede ocurrir cualquier cosa”.Bruce Springsteen, con el batería Max Weinberg al fondo, actuando en Montreal (Canadá), en 1981. PONOPRESSE (Gamma-Rapho via Getty Images)Springsteen compuso todo el disco en unos frenéticos días. Atlanty City habla de un joven sin futuro que le cuenta a su novia que no le queda otra que unirse a una banda de mafiosos. En Mansion on the Hill recuerda su infancia. En Johnny 99 muestra a un chico que se queda en paro, se emborracha y acaba matando a un policía; le condenan a 99 años de prisión. En State Trooper describe a un tipo huyendo de sus demonios. My Father’s House es una visión de sí mismo de pequeño y la problemática relación con su padre. Muchas son historias de personajes empujados a algún acto desesperado que marcará sus vidas. El sonido del álbum no puede ser más austero. Lo analiza Elliott Murphy: “Me atrajo su producción minimalista; desde la canción que da título al álbum y la armónica solitaria. Me seduce su oscuridad. Siempre hay una sensación de ritmo clásico de rock and roll y letras auténticas y realistas. Me asombró cómo Bruce pudo crear algo tan hermoso a partir de la pura tragedia”. Zanes, que toca en una excelente banda llamada The Del Fuegos, reconoce que no entendió el disco cuando su hermano lo compró en 1982: “Vivíamos en New Hampshire y éramos fans de Springsteen desde su segundo disco. Pero la primera vez que escuché Nebraska me decepcionó un poco. ¿Dónde estaba Thunder Road o Streets of Fire? Pero como creía en Bruce, incluso de adolescente, seguí escuchándolo. Y los personajes de Nebraska entraron en mi torrente sanguíneo”.Springsteen, durante la gira de ‘The River’ en Oakland, California, en octubre de 1981. Ed Perlstein (Redferns)La idea original de Springsteen consistía en mostrar a su banda, la E Street Band, la cinta de casete con esas canciones lóbregas que grabó en su habitación con una grabadora rudimentaria y registrarlas con todo el grupo en un estudio. Al intervenir la banda, Bruce vio que ya no era lo mismo, que la desolación que captó en solitario se perdía con la incorporación de batería, teclados o guitarras eléctricas. Paralelamente, Springsteen probaba temas como Born in the U.S.A. Se pensó en un disco doble: el acústico que grabó solo y el eléctrico con Born in the U.S.A. y otras. Con la grabación precariaDespués de algunas semanas con el casete de Nebraska en el bolsillo de su chaqueta, decidió que lo lanzaría tal cual lo registró con una grabadora precaria. Fue cuando reconoció las sombras de la depresión. “Creo que los seres humanos se transforman en los días difíciles, no en los soleados”, explica Zanes. Y añade: “Hay días en los que, en un nivel más profundo, sentimos que hay una mancha en nosotros que nos convierte en alguien que huye de la ley, en un convicto. Pero la mayoría de las canciones populares prefieren hablar de amor, de esa persona que queremos o de la que perdimos. Bruce contribuyó un poco a cambiar la balanza. Sabía que los oyentes podíamos conseguirlo, simplemente porque podíamos identificarnos con la gente oscura de Nebraska. El resultado final fue que muchos nos sentimos menos solos gracias a Nebraska”. Murphy considera Nebraska “como una auténtica obra de arte cinematográfica, porque la intimidad de la grabación, la voz y el rasgueo de la guitarra acústica te hacían sentir como si estuvieras en una sala de cine a oscuras en algún lugar del oeste de Texas”.Jeremy Allen White y Bruce Springsteen, durante la presentación de la película “Springsteen: Deliver Me From Nowhere” el pasado 15 de octubre en Londres. Scott A Garfitt (Scott A Garfitt/Invision/AP)El manager de Springsteen, Jon Landau, le apoyó en todo momento y finalmente ese trabajo a contracorriente, turbio y arriesgado, llegó a las tiendas. “Todavía me fascina esa decisión”, explica Zanes. “Su naturaleza ilógica, su belleza como un acontecimiento inesperado que me detuvo y me hizo preguntarme: ‘¿Podría grabar yo un disco así?’. Espero que cuando llegue a esa encrucijada, elija lanzar mi Nebraska, sea cual sea la forma que adopte”, Justo antes de publicar Nebraska, Springsteen, aconsejado por Landau, decidió acudir a terapia. Nunca ha dejado de hacerlo.

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