Nueva masacre en Guerrero: 11 muertos tras un enfrentamiento a tiros en Tecoanapa

Tanto ha castigado la violencia a Guerrero que una masacre de 11 personas en su territorio no es la principal noticia del día ni para los periódicos locales. La matanza tuvo lugar durante la tarde de este martes, no está claro —y las autoridades no lo confirman— si el fuerte tiroteo que se desató en la comunidad de Rancho Viejo, municipio de Tecoanapa, fue resultado de un enfrentamiento entre grupos criminales rivales, abundantes en la región, o una disputa interna en una misma mafia local. El resultado es el mismo, 11 cadáveres abandonados en las calles, colocados en fila, uno detrás de otro, por los supervivientes. Por ahí dejaron también una camioneta calcinada.Lo único que ha confirmado la Fiscalía de Guerrero, en un comunicado de 99 palabras con más retórica institucional que información, es eso, el hallazgo de “11 hombres sin vida en la localidad de Rancho Viejo”. Rara vez los mensajes del Ministerio Público guerrerense son más elocuentes, una estrategia que apuesta siempre por lo parco. Una carpeta de investigación ha sido abierta, como es de rigor en estos casos. Por si había dudas, la Fiscalía “reafirma su compromiso con el acceso a la justicia y el combate a la impunidad, en estricto apego a la ley y con pleno respeto a los derechos humanos”.No se conoce, por tanto, la identidad de las víctimas ni a qué grupo criminal pertenecían. La región de la Costa Chica, en la que se enmarca Tecoanapa, es una de las zonas por las que se mueven Los Ardillos y Los Tlacos, que han convertido Guerrero en un campo de batalla, con constantes pugnas entre sí por el control del territorio. En noviembre de 2024 fue detenido en Querétaro Vicente Gerardo Telefor, alias La Garza, presunto líder ardillo en Tecoanapa, con influencia en los municipios aledaños de Ayutla de los Libres y San Marcos. La prensa local habla de una intensificación de la siempre presente violencia en la zona desde el arresto.No es la primera vez en las últimas semanas que Tecoanapa se va a dormir con nuevos cadáveres arrojados a sus calles. El pasado 5 de marzo, un comando armado acribilló a las puertas de su casa a Martín Ruelas un profesor jubilado de 72 años, ex consejero comunitario y exmiembro de la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG). La UPOEG nació precisamente en la zona como una suerte de policía comunitaria para defenderse del crimen organizado en un territorio agreste de montaña donde los brazos del Estado o no llegaban o no querían llegar. Con el tiempo sufrió escisiones, los viejos líderes fueron asesinados y también sobre ellos cayó la sospecha de colaborar con los criminales que nacieron para combatir. Son señalados, por ejemplo, de la desaparición del activista medioambiental Vicente Suástegui. En diciembre, dos hombres fueron asesinados en otro enfrentamiento “entre civiles armados”, como le gusta definirlos a la Fiscalía, también en Tecoanapa. Y si se amplía la búsqueda a los municipios de Ayutla y San Marcos, los titulares hablarán de más masacres, balaceras entre criminales y policías comunitarios como la UPOEG o decapitaciones como la del jefe de escoltas del alcalde de San Marcos hace un año, que, al igual que la del alcalde de Chilpancingo pocos meses después, una imagen que dio la vuelta al país, dejaban ver las consecuencias más escabrosas de la cercana relación entre el crimen organizado y las fuerzas políticas locales en Guerrero, uno de los Estados más pobres y castigados por la violencia del país.El mismo día de la masacre de 11 hombres en Tecoanapa, un comando del Ejército mexicano se enfrentó con miembros de La Familia Michoacana en Teloloapan, a casi 400 kilómetros de distancia pero todavía en Guerrero, mostrando que la inseguridad en la entidad no se acota a regiones específicas y atraviesa todo el Estado, con distintos focos calientes en una misma jornada.