Confluyen dos explosiones. La del ajedrez en la India, donde compite con el criquet como deporte más popular, y la de ajedrecistas precoces, cuyo número se ha disparado por el entrenamiento con computadoras muy potentes. Pero hasta hace poco nadie podía imaginar que un niño de 3 años, 7 meses y 20 días, Sarwagya Singh Kushwaha, pudiera entrar en la lista internacional de jugadores. Y no es el único de edad similar. La inteligencia abstracta, esencial para jugar al ajedrez, no empieza a desarrollarse hasta los 5 o 6 años, salvo en infantes con muy altas capacidades. Las de Kushwaha deben ser altísimas porque -según la información de la agencia Reuters- ya ha vencido al menos a tres jugadores que están en el escalafón de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE), condición imprescindible para entrar en esa lista. Más informaciónEl asombro es aún mayor porque nadie podía preverlo hace solo un decenio, cuando se descubre que este cuasi bebé ha batido la marca de otro, también indio, Anish Sarkar, quien hace un año fue aceptado en la lista a los 3 años, 8 meses y 19 días. Este aluvión de precocidad empezó al calor de los éxitos del pentacampeón del mundo Viswanathan Anand, quien sigue logrando resultados brillantes a los 55 años (acaba de terminar el 2º en el torneo rápido Jerusalén Masters). Gracias a su fama de leyenda viva y activa, el ajedrez ha pasado de ser un deporte minoritario a competir con los más populares (críquet, bádminton, hockey sobre hierba, squash…) en un país de más de 1.450 millones de habitantes. El autor de estas líneas ha podido comprobar varias veces que muchos matrimonios indios cambian de vida (residencia, trabajo, estatus…) para potenciar al máximo el talento ajedrecístico de su hijo o hija, a sabiendas de que solo un porcentaje mínimo de quienes lo intentan se convertirán en estrellas bien pagadas. Al parecer, los progenitores de Kushwaha pertenecen a ese grupo de osados: “Queremos que sea gran maestro [la categoría más alta]”, dijo a Reuters el padre, Siddarth, cuando su portentoso hijo no tiene aún la menor idea de lo que ello significa.

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