El presidente ruso, Vladímir Putin, solía ser más comedido al usar insultos contra quienes considera sus enemigos, pero este miércoles, ante su plana mayor, ha dejado entrever la influencia de los halcones más radicales del Kremlin al usar su misma retórica. “Todos pensaron que destruirían Rusia en poco tiempo, los cochinillos europeos se unieron a la anterior administración estadounidense con la esperanza de lucrarse con el colapso de nuestro país”, ha manifestado Putin ante sus generales. El mandatario ruso ha asegurado que las advertencias europeas sobre un posible conflicto futuro con Rusia son producto de la “histeria” y “mentira”, aunque en ese mismo acto ha anunciado la puesta “en servicio de combate” de su nuevo misil balístico e hipersónico Oréshnik y ha declarado que “culminará todos sus objetivos en Ucrania aunque sea por la fuerza”.“Nosotros preferiríamos hacerlo y eliminar las causas originales del conflicto con la ayuda de la diplomacia. Si el adversario y sus patrocinadores extranjeros se niegan a hablar de ello, Rusia logrará la liberación de sus territorios históricos por la vía militar”, ha manifestado el dirigente ruso.El lenguaje es un termómetro muy útil para analizar las pretensiones del Kremlin, y el uso de los insultos por parte de Putin no es fortuito. El primer alto cargo en llamar “cochinillos” a los europeos fue en 2022 el vicepresidente del Consejo de Seguridad ruso, Dmitri Medvédev, una de las figuras más extremas de los círculos de Putin cuyas amenazas han llegado a provocar que Donald Trump enviase submarinos nucleares frente a las aguas rusas. En aquel entonces, Medvédev definió a los europeos como “una variopinta banda de cochinillos gruñones con la baba goteando por la degeneración”.Putin está dispuesto a que la guerra continúe. Su Gobierno preparó su ejército y sus arcas para un conflicto largo después de su fracaso inicial. El ministro de Defensa ruso, Andréi Beloúsov, ha asegurado este miércoles que se dan “las condiciones reales” para que la invasión de Ucrania continúe en 2026.No obstante, el tiempo también corre en contra de Moscú y el dirigente ruso trata de convencer al Trump de que es inevitable una victoria rusa con el fin de que presione a Kiev hasta su rendición. El mandatario ha declarado esta vez que su ejército ha ganado experiencia en “romper las defensas profundas del enemigo” pese a que el frente apenas se ha movido en casi cuatro años de guerra, el mismo lapso de tiempo que duró el frente oriental en la Segunda Guerra Mundial.Vladímir Putin, durante el minuto de silencio en un acto en el ministerio de Defensa, este miércoles en Moscú.Alexander Kazakov (via REUTERS)El ministro de Defensa ruso ha asegurado por su parte que es “inevitable” el colapso ucranio en el frente. Sin embargo, ni el mandatario ni sus generales han explicado ni el exitoso contraataque ucranio en Kupiansk, ciudad donde ha paseado Volodimir Zelenski después de que el Kremlin anunciase su conquista varias veces, ni la continuación de los combates en Prokovsk, urbe que supuestamente también cayó, pero donde la lucha sigue casi dos años después. Belóusov ha insistido en que Kupiansk está en manos rusas y su conquista ampliará la “zona de seguridad” en las regiones ucranias fronterizas con Rusia, una de las misiones ordenadas por Putin a sus tropas. De hecho, aunque las declaraciones de todas las partes sobre las negociaciones parecen girar solo en torno a las provincias de Donetsk, Lugansk y Crimea, Moscú exige la entrega también de Zaporiyia y Jersón, anexionadas en el papel de su constitución en 2022, y una zona−colchón indeterminada a lo largo del resto de la frontera. “No podemos hacer concesiones en este tema, en absoluto, porque supondría revisar un elemento fundamental de nuestro Estado que se ha consagrado en nuestra Constitución”, ha declarado este miércoles en una entrevista el viceministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguéi Riabkov.Amenaza nuclearEl dirigente ruso ha reiterado durante su intervención su resentimiento hacia Occidente tras la desaparición de la URSS: “Pensábamos que muy pronto nos convertiríamos en miembros de lo que llaman la familia civilizada de las naciones europeas, de la familia civilizada occidental en general. Hoy resulta que allí no hay civilización, solo una degradación total”.“En Europa se está inculcando el miedo a un enfrentamiento inevitable con Rusia, les dicen que deben prepararse para una gran guerra. Lo he dicho repetidas veces: esto es mentira, un disparate”, ha prometido Putin, el mismo dirigente que también negó que fuera a invadir Ucrania en el 2022 o que sus tropas entrasen en Crimea en 2014 sin distintivos, una operación que reconoció tiempo después.Según los cálculos de su ministro de Defensa, Andréi Belóusov, la OTAN “se prepara para una confrontación con Rusia a comienzos de los años 2030″.Putin ha anunciado ante su cúpula militar que el nuevo misil balístico hipersónico ruso Oreshnik entrará en servicio en las fuerzas armadas antes de final de año. Según el presidente ruso, el objetivo principal de sus fuerzas nucleares “es mantener el equilibrio de poder internacional”.El Oreshnik, de alcance medio y que puede portar ojivas nucleares, podría teóricamente golpear objetivos situados a incluso miles de kilómetros de distancia con un margen de error de apenas unas pocas decenas de metros. Los misiles fueron utilizados por primera vez a finales de 2024 durante un ataque a una fábrica militar en la provincia ucrania de Dnipró. Bielorrusia, que sirvió de plataforma para la ofensiva rusa hacia Kiev en 2022, también desplegará misiles Oreshnik cedidos por Moscú antes de que termine este año. Hace dos años, en 2023, Rusia también desplegó armas nucleares en Bielorrusia.Mientras, el coste de la guerra pasa factura a los bolsillos rusos. Belóusov ha estimado el gasto en la invasión de Ucrania en torno a un 5,1% del producto interior bruto (PIB) del país, unos 11 billones de rublos, alrededor de 115.000 millones de euros, según las estadísticas oficiales rusas. Si se suman otros gastos de defensa, la suma alcanza entonces el 7,3% del PIB en 2025.“Llevar a cabo operaciones bélicas provoca un incremento del gasto militar. Todo esto requiere una optimización estricta y una priorización del presupuesto militar”, ha defendido Belóusov, economista de carrera.

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