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El ex primer ministro francés Michel Barnier: “Trump querría hacer tratos por separado con cada país de la UE, dividir para reinar” | Internacional

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El ex primer ministro francés Michel Barnier, durante la reapertura de la catedral de Notre Dame en París, el 7 de diciembre pasado.Eliot Blondet (Pool/SIPA/Cordon Press)Francia se ha vuelto cada vez más inestable y la esperanza de vida política de un primer ministro puede no superar ya los tres meses. Es lo que le ocurrió a Michel Barnier (La Tronche, 74 años), que ejerció el cargo entre septiembre y diciembre de 2024. La lista crece si uno mira atrás. Aun así, no deja de ser insólito que dos de ellos se encuentren por casualidad en un restaurante. “¿Qué tal? ¿Todo bien? Te llamo un día de estos”, dice Barnier, ya sentado en la mesa de un céntrico restaurante parisino, al también ex primer ministro François Fillon. “Yo duré algo menos que él”, bromea en una entrevista con periodistas de la alianza europea Lena, entre ellos EL PAÍS, quien fue ministro, comisario europeo y, sobre todo, el legendario negociador del acuerdo para el Brexit.Barnier fue el político de más edad en llegar al Palacio de Matignon y el que menos duró. Tiene ese récord. Pero también ironía de sobra para encajarlo y reflexionar con serenidad sobre las causas que lo provocaron, íntimamente ligadas a un cierto final de época de la política francesa. Su caída fue fruto del caos sembrado por el presidente Emmanuel Macron tras la disolución del Parlamento en junio de 2024. Pero también de una izquierda, señala, que no asumió que no tenía mayoría. Hoy, desde la tranquilidad, sin ocultar su ambición por ser presidente de la República si tuviera el apoyo suficiente, reflexiona sobre la guerra comercial con EE UU y el nuevo acercamiento de la UE al Reino Unido, cuyo divorcio él mismo contribuyó a certificar.Pregunta. ¿Por qué cree que los EE UU de Trump adoptan una postura tan hostil hacia la UE?Respuesta. En torno a Trump hay multimillonarios, especuladores, que no aman a Europa porque somos una unión de 450 millones de habitantes basada en principios de regulación, gobernanza y estabilidad. Tenemos un banco central independiente, reglas, supervisión bancaria, mecanismos de control. Trump querría hacer tratos por separado con cada país, dividir para reinar. Por otro lado, a [Vladímir] Putin tampoco le gustamos. Sabe que la UE es una fuerza de atracción democrática.P. Asegura que la respuesta a la crisis internacional debe ser europea. ¿Por qué?R. Hoy hay que saber adaptarse, reaccionar rápido, pero sobre todo defender nuestros intereses en un mundo inestable. La primera lección de nuestro tiempo es que hay que ser europeos. Siempre he sido patriota —lo asumo—, pero también profundamente europeo. Es justamente en los momentos de crisis cuando se mide la necesidad de reaccionar unidos. Si alguien busca hoy una razón para ser europeo, está ahí: en nuestra capacidad colectiva de afrontar los desafíos. Para ello, debemos apoyarnos en nuestro principal activo, seamos franceses, polacos, alemanes, italianos o españoles.P. ¿Cuál es ese activo común?R. El mercado único. Durante la negociación del Brexit, lo defendí con firmeza, incluso ante quienes querían, como se dice en Alemania, “bailar en dos bodas a la vez”: aprovecharse de las ventajas sin aceptar las obligaciones. Pero el mercado único no se toca. No es solo una zona de libre comercio, es mucho más. Es un ecosistema con normas comunes, estándares, regulaciones compartidas, supervisión coordinada y jurisdicción común. Es lo que nos da fuerza en la competencia económica mundial. Y en un mundo de guerra comercial e inestabilidad geopolítica, es nuestra mayor baza.P. Insiste en la necesidad de unidad. ¿Es realmente posible hoy?R. La unidad europea no cae del cielo. Como negociador del Brexit, puedo decir que se cultiva. Requiere un esfuerzo político constante. Y es esa unidad la que nos da respeto, incluso ante potencias como EE UU, China o Rusia. Estoy convencido de que Donald Trump acabará respetando a Europa. Por ahora, no respeta a casi nadie, a juzgar por sus palabras y métodos. Pero nos respetarán porque somos el mercado único, el más grande y rico del mundo. Y solo se entra en él respetando sus reglas.P. ¿Cómo defender los intereses europeos?R. Con método. La unidad europea no se decreta, se construye como lo hicimos durante el Brexit. Haría falta una figura claramente identificada, que hable en nombre de las tres instituciones —Comisión, Consejo y Parlamento—, que rinda cuentas a todos y se tome el tiempo de explicar y convencer.P. ¿Hay que estar preparados para adoptar más sanciones comerciales contra EE UU?R. Sí, hay que prepararse. Existe, por ejemplo, el instrumento europeo de represalia, que permitiría cerrar temporalmente nuestro mercado a ciertos productos estadounidenses. Es una medida extrema, pero debe permanecer sobre la mesa. No hay que anunciarla demasiado pronto, pero sí prepararla con seriedadHay que evitar respuestas precipitadas o desordenadas. No ceder demasiado rápido. Y sobre todo, no dejarse impresionar.P. ¿Qué piensa de la inhabilitación provisional de Marine Le Pen?R. Soy claro en un punto: hubo malversación de fondos. Se robaron cuatro millones y medio de euros, tiene que haber sanciones. No hay discusión posible al respecto. Y recomiendo no poner en duda la independencia de la justicia. Sin embargo, se puede cuestionar el marco general: la ley prevé que una pena de inelegibilidad pueda hacerse ejecutiva antes de que se hayan agotado todos los recursos. Es una cuestión institucional importante que merece un debate serio en el Parlamento, y no con urgencia para arreglar la situación de un candidato.P. ¿Hay que revisar esta disposición?R. Tal vez. No por Le Pen, sino por el futuro. Estoy en contra de las leyes de circunstancia. Pero, ¿es justo que un justiciable, sea quien sea, pueda verse afectado por una pena de inelegibilidad antes del final del procedimiento?P. ¿Cuáles son las principales lecciones que saca de su paso por Matignon?R. La primera, la fragmentación de los partidos: hoy ya no hay una mayoría estable, como en la IV República, pero tampoco espíritu de compromiso. El Partido Socialista (PS) se negó a cualquier discusión desde el inicio. Me dijeron: “Votaremos la moción de censura porque no eres de izquierdas”. Segunda lección: lo difícil que es reactivar el Estado en Francia cuando se ha paralizado.P. ¿No tiene la sensación de que la V República está agotada, con un presidente que ha perdido parte de su poder?R. No, no creo que la V República esté muerta. Funciona, pero hay que volver a su espíritu original: un presidente que preside y un gobierno que gobierna.P. ¿Cuáles son las razones de esta salida precipitada de su mandato?R. No había mayoría. Sabía que podía caer en cualquier momento. Por eso no me mudé a Matignon con mi esposa. Fui prudente. El PS no tenía ningún motivo real para censurarme, salvo su compromiso con [el líder de La Francia Insumisa, Jean-Luc] Mélenchon: censurar a todo primer ministro que no fuera “de izquierdas”. Fue una postura ideológica.P. ¿No fue un error por parte del presidente Macron? ¿Debería haber nombrado a alguien de izquierdas?R. Debería haber intentado mucho antes una coalición con Los Republicanos (LR). Me nombró en el último momento, contra las cuerdas.P. ¿Hay un acercamiento real entre la UE y el Reino Unido?R. Hay señales en ese sentido, y es tanto en su interés como en el nuestro. Siempre he considerado el Brexit como un grave error, contrario al interés nacional británico. No conozco otro pueblo, en tiempos de paz, que haya decidido abandonar el mercado único y la unión aduanera. Podían haber salido de la UE y quedarse en el mercado único, como Noruega. Pero lo dejaron todo, solo por razones ideológicas y de retórica política. Y hoy pagan el precio.P. ¿Qué áreas de cooperación concreta ve hoy con Londres?R. Al menos cinco o seis: seguridad europea, lucha contra el terrorismo, organización y financiación de la defensa, política exterior, cooperación en África. A esto añado dos más de dimensión económica: energía e inteligencia artificial.P. ¿Podría el Reino Unido participar entonces en los grandes planes europeos de inversión, especialmente en defensa?R. Con respeto, por supuesto. Pero sí, varias empresas ya son francobritánicas o eurobritánicas. Nos conviene cooperar en armamento, capacidades industriales, investigación. El Reino Unido ya participa en ciertos programas europeos de investigación. Y creo que, ante la crisis ucrania y la nueva postura estadounidense, es hora de organizar políticamente esta cooperación.P. ¿Qué propone?R. Propongo la creación de un Consejo Europeo de Seguridad. Un órgano intergubernamental, fuera de las instituciones de la Unión, que incluya al Reino Unido y, por ejemplo, a Noruega. Este Consejo coordinaría nuestra política común de seguridad y defensa. Podría reunir a los países que así lo deseen, empezando por los que más contribuyen al presupuesto europeo: Francia, Alemania, Italia, Polonia y España.P. ¿La reintegración del Reino Unido es una opción a medio plazo?R. Es su decisión. La puerta sigue abierta. Pueden volver a la unión aduanera, al mercado único o incluso a la Unión Europea plenamente. Pero conocen las condiciones. Cuanto más se alejen en el tiempo y en el fondo de las reglas europeas, más difícil será regresar. Porque no se vuelve a la Unión sin aceptar sus normas.P. ¿Desea desempeñar un papel en la futura campaña presidencial?R. No le voy a decir que no tengo ambición. Cuando uno ha sido primer ministro, siempre está dispuesto a servir.P. En la familia del PPE hay dos visiones respecto a la extrema derecha. Hay países como España, donde la derecha tradicional pacta Vox. También se ve en Italia.R. No se puede construir una coalición europea con los extremos. En algunos países puede haber alianzas locales, coyunturales, pero a nivel europeo sería un error estratégico y moral. Los valores del PPE no son compatibles con los de Vox o el Reagrupamiento Nacional. Una derecha que se respete no puede aliarse con quienes niegan el Estado de derecho, rechazan Europa o simpatizan con Putin. No es un debate táctico, es una cuestión de identidad política.


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