A nadie se le oculta que Antonio Ferrera es un personaje diferente, singular y ajeno al sistema; un torero sin apoderado, que va por libre, irregular en sus formas y concepto, inspiradísimo unas veces y extraño otras, pero siempre novedoso y sorprendente. Un torero, también, que mata todo tipo de corridas, comprometido en el ruedo y al que ni el taurinismo ni la afición le reconoce los méritos que posee.Quizá el culpable sea él mismo por sus rarezas, pero hoy en Las Ventas ha vuelto a demostrar que es un torero de una pieza, un director de lidia extraordinario, espejo para los jóvenes, atento en todo momento a lo que sucedía en la arena, cumplidor y creativo en los quites, y sobrado de oficio, hondo y templado en su lote.Con dos verónicas preñadas de buen gusto y una media de categoría recibió a su primero, bien presentado, como toda la corrida de Valdellán, con el que se lució en banderillas Ángel Otero, y Ferrera ofreció una disertación de maestro con la muleta en las manos.Fue ese un toro noble, escaso de codicia, soso y parado, al que Ferrera fue enseñando a embestir sin prisa, pero paso a paso, de menos a más, mostrándole el camino, moviendo con soltura y eficacia el engaño, bien colocado en todo momento.Fue una faena de pinceladas sueltas, una buena tanda con la mano derecha, un natural después y un largo de pecho, dos derechazos y un trincherazo de cartel en la siguiente tanda, dos naturales y un molinete… Una labor trabajada, pensada y larga también; cuando se disponía a iniciar la sexta tanda sonó el primer aviso, falló con la espada y sonó el segundo. Nadie es perfecto, pero ahí quedó la lección de un torero caro.El cuarto era un borrachuzo, protestada por una plaza que no tuvo en cuenta los serios intentos de Ferrera por sacar agua de un pozo vacío.Abrió el festejo Alejandro Mora, que confirmaba la alternativa, y no estuvo nada bien con un toro de corto viaje, sin ritmo ni codicia, y descastado como todos sus hermanos. Parece que Mora tiene buenas maneras, pero no acabó de demostrarlo en ese compromiso. Después, mató mal, muy mal, y sonaron los tres avisos, que dieron lugar a que salieran los cabestros y se llevaran vivo al toro que debió salir del ruedo arrastrado por las mulillas. Mal comienzo el del Mora, que anduvo aseado sin más ante el sexto, del mismo comportamiento anodino que los demás. Se espera más, mucho más, de un joven torero al que se le suponen ansias para comerse el mundo.También se esperaba más de David de Miranda, y no justifica su paso insustancial el lote poco propicio que lidió.Recibió a su primero, el sobrero de Los Maños, con cuatro verónicas muy bien trazadas, pero cuando el público parecía entrar en calor trazó una media y dejó a todos con la miel en los labios. El animal se comportó después como un muerto en vida, y el torero estuvo tan aburrido como su oponente. Algo más de movilidad mostró el quinto, y De Miranda lo muleteó fuera de cacho, despegado, desconfiado, como mero acompañante sin mando, a merced de los defectos del animal. Y también mató mal. Así, no. Para remate, el toro alcanzó en la axila al subalterno Vicente Herrera al intentar apuntillarlo y pasó a la enfermería.Valdellán/Ferrera, De Miranda, MoraToros de Valdellán, -el tercero, devuelto por flojo-, muy bien presentados, cumplidores en varas, nobles, sosos, descastados y muy blandos. Sobrero de Los Maños, bien presentado, cumplidor en varas, soso y descastado.
Antonio Ferrera: _aviso_ estocada que hace guardia, pinchazo y estocada _2º aviso_ (palmas); estocada (silencio).
David de Miranda: pinchazo y estocada baja (silencio); media tendida y baja, un descabello _aviso_, dos descabellos _2º aviso_ (silencio).
Alejandro Mora, que confirmó la alternativa: dos pinchazos _aviso_, dos pinchazos y estocada _2º aviso_ y tres descabellos _3º aviso_ (pitos); dos pinchazos y media delantera (silencio).
Plaza de Las Ventas. 13 de abril, Domingo de Ramos. Más de un tercio de entrada (9.793 espectadores según la empresa).
Toros en Las Ventas: Maestro Ferrera | Cultura
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