Un par de minutos antes del comienzo este sábado del alto el fuego de 30 horas dictado por el presidente ruso, Vladímir Putin, los sistemas de defensa antiaérea de Ucrania seguían la pista a varios drones. Muchos ciudadanos ucranios se preguntaron en mensajes en las redes, donde vierten su enfado tras tres años de invasión a gran escala, cuánto duraría aquella tregua de la Pascua ortodoxa. Con el cese de hostilidades en marcha, las alertas volvieron a zumbar. Si bien no se reportaron ataques contra civiles durante la pausa, el alto mando ucranio informó este domingo de que el enemigo mantuvo fuego de artillería y con aparatos no tripulados tanto en el frente oriental como en la región rusa de Kursk. El Kremlin cifró en un millar los ataques ucranios durante este impasse. Un nuevo ejercicio fallido de alto el fuego que incide en la crudeza de una guerra que no para. Eso pese a las decenas de reuniones, viajes y llamadas a la negociación celebradas tras iniciar Estados Unidos las conversaciones para un posible proceso de paz hace ya 70 días.Ni han prosperado por completo las treguas en el mar Negro y el sector energético, ni la mejor propuesta sobre la mesa de diálogo, un periodo de 30 días sin violencia en todos los frentes, tiene aún consenso. En parte por la naturaleza del conflicto, muy vivo, en parte por la inconsistencia del alto el fuego en sí. El pasado día 16, el portavoz del Ministerio de Exteriores ucranio Georgii Tikhii informó de que el ejército ruso había roto el acuerdo de no agresión a las infraestructuras energéticas en 30 ocasiones, en ciudades como Jersón, Poltava y Mikolaiv —generalmente con drones—, desde que fuera anunciado el 25 de marzo tras pactarlo Estados Unidos con los dos bandos.Moscú, por su parte, ha acusado al ejército ucranio de golpear instalaciones como el gasoducto de Sudzha, en la provincia rusa de Kursk. El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, comunicó este viernes que la moratoria sobre el sector energético había expirado, pero que no tenía nuevas instrucciones de Putin.Monitoreo del alto el fuegoEn estos pactos existió un problema de partida: los negociadores rusos y ucranios entregaron a Washington listas diferentes de lo que ellos creían que había que proteger. Aquella nota del vocero ucranio fue muy significativa. Tras denunciar el incumplimiento de la tregua, Tikhii contó que estaba compartiendo con sus aliados, entre ellos, Estados Unidos, cada una de las violaciones. No existe sobre el papel un mecanismo independiente que monitoree el pacto, como sí lo ha habido en treguas en otros conflictos. Grosso modo, Washington propone con celeridad, las partes pueden aceptar a bote pronto y luego llegan las dudas.Así sucedió con el apartado sobre el mar Negro pactado también el 25 de marzo. Estados Unidos publicó el mismo texto acordado con cada una de las partes (garantizar la navegación, eliminar el uso de la fuerza en las aguas…). Posteriormente, el Kremlin deslizó que, además, quería el levantamiento de sanciones como las que pesan contra Rosselkhozbank, el banco especializado en el comercio de sus productos agrícolas, principal partida en su ruta hacia el estrecho del Bósforo.Kiev sostiene que el ejército ruso sigue atacando los puertos de Odesa, donde concentra sus exportaciones marítimas, además de bombardear el resto del territorio con proyectiles lanzados desde las aguas, cosa que rompería la tregua.Tras tres años de gran ofensiva rusa, nadie en Ucrania cree al vecino ruso. Sirvan de ejemplo las palabras de dos diputados de partidos muy distintos, en conversación reciente con EL PAÍS: uno es Oleksii Goncharenko, parlamentario de Solidaridad Europea: “Putin no quiere la paz, quiere continuar con la guerra. Intenta ganar tiempo y juega a estos juegos [las treguas]. Y tiene éxito”. Otra es Kira Rudik, líder de la formación Golos (Voz): “No hay hecho alguno que nos permita creer en la ilusión de que Putin quiere la paz, ni [Donald] Trump ha conseguido nada con lo que pueda decir a sus ciudadanos que ha cumplido sus promesas”.La Administración estadounidense pudo sacar adelante el pacto sobre la energía y el mar dos semanas después de que fracasara en el intento de una tregua general por un periodo de 30 días, ofrecida en Yeda (Arabia Saudí) a las delegaciones de los dos bandos. El ucranio aceptó; el ruso, no. El propio Putin, unos días después de la cita, puso de nuevo condiciones: que se detuviera la asistencia extranjera y la movilización y entrenamiento de nuevos soldados. El no de Moscú le ha costado la vida desde entonces a decenas de civiles en masacres del ejército ruso como las de Krivói Rog y Sumi. El presidente ucranio, Volodímir Zelenski, ha pedido este domingo a Moscú que cese sus ataques a infraestructuras civiles durante al menos 30 días.Como señalaba este sábado el ministro de Exteriores ucranio, Andrii Sibiga, el Kremlin había optado por una tregua de 30 horas, la de Pascua —el líder ucranio desafió a Putin a prolongarla más allá de este periodo—, en lugar de 30 días. Desde aquel 11 de marzo en el que Washington lanzó la oferta, tanto el Gobierno ucranio como el estadounidense demandan a Moscú, cada uno a su manera, que se adhiera a la fórmula.Explicaba recientemente Zelenski a una veintena de periodistas que defiende un alto el fuego “completo e incondicional”, por un tiempo que podría ser de un mes. “Si hay un alto el fuego por un tiempo que no esté claro, tendremos un conflicto congelado”, dijo. En ese periodo, según Kiev, Estados Unidos, con la ayuda de otros aliados como Francia y el Reino Unido, al frente del grupo de países dispuestos a enviar uniformados para dar garantías de seguridad a Kiev, vigilaría la tregua.Ultimátum de WashingtonCon todo, Rusia sigue sin contestar afirmativamente. De cara al público, la Administración de Trump ha mostrado cierta irritación. Este viernes, el secretario de Estado norteamericano, Marco Rubio, manifestaba desde París que, si en “días” no tenían respuestas y evidencias de que el proceso de paz es posible, su presidente se haría a un lado en las negociaciones. A puerta cerrada, eso sí, se habla de más cosas. Según informó la agencia Bloomberg a partir de lo trasladado por Rubio en la capital gala a sus socios en Francia y el Reino Unido —una cita que al fin sentó a europeos y estadounidenses en torno al proceso de paz—, en la mesa de diálogo con el Kremlin hay asuntos como el levantamiento de algunas sanciones contra Rusia y los territorios ucranios ocupados por tropas rusas.“Estamos dispuestos a hacer todo lo que esté a nuestro alcance para lograr el alto el fuego”, dijo Zelenski en aquella conversación con reporteros. Pero Kiev mantiene también líneas rojas en la actual negociación. Una de ellas es, sin duda, la que tiene relación con las regiones bajo control ruso. Ucrania no podrá recuperar todo lo que ha cedido en más de 11 años de invasión desde el este. Pero hay matices de calado: una cosa es reconocer de facto la pérdida de cierto territorio y otra, muy distinta, entregarlo de iure. El Gobierno ucranio optaría por la primera, debido a que nunca reconocerá el control ruso sobre sus territorios.Para hablar de esto, diplomáticos norteamericanos y europeos, de Francia, el Reino Unido y Alemania, se verán esta semana las caras de nuevo con un equipo negociador ucranio en Londres.
Más de dos meses de negociaciones sobre Ucrania no logran frenar la guerra | Internacional
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