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Cira García Domínguez, jueza de violencia machista: “Escuchar a una víctima es otra forma de reparación” | Sociedad

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El despacho de Cira García Domínguez (Madrid, 50 años) huele a incienso y a su perfume. Además de un pequeño altar con esencias, en las paredes hay cuadros de colores vivos, fotografías, una mesa con plantas que no acaban de germinar y una toga negra que cuelga del perchero. “Paso tantas horas aquí que por lo menos esta parte quiero que se parezca a mi casa”, bromea. Magistrada del Juzgado de Violencia sobre la mujer número 1 de Getafe (Madrid), cuenta que un día, a eso de los siete u ocho años, llegó a casa del colegio y soltó la frase: “Yo quiero ser jueza”. “Mi madre me dijo: mejor abogada porque siempre estás defendiendo causas perdidas. Mi abuela respondió: mejor sindicalista; lo de reivindicar se te da muy bien. Y aquí estamos”, dice. Lleva trece años escuchando historias de violencia, y reconoce que a veces se tiene que retirar a un cuarto cuando la sobrecarga emocional le supera.Pregunta. ¿Qué se necesita para desempeñar este trabajo, más allá de aprobar la oposición?Respuesta. Siempre he sido y soy feminista, y tengo un trabajo en el que no dejo de aprender, pero la escucha tiene un coste. Afortunadamente me sostienen mi familia y mis amigas. En este tipo de juzgados todo es urgente, pero al mismo tiempo tienes que dedicar todo el tiempo a lo que necesita una mujer para contar lo que le ha pasado. Hay angustia, hay frustración cuando ves que hay víctimas que deciden volver con el agresor, o que retiran la denuncia cuando han dado ese paso tan importante. Pero esto te sirve también para ver que la justicia no puede solventar todas las cuestiones. Cada mujer tiene un momento vital que no siempre coincide con los tuyos.P. El otro día una mujer me dijo: “Es más importante el ‘hermana yo sí te escucho’ que el ‘hermana yo sí te creo’”.R. La empatía no está reñida con la imparcialidad. Si veo una víctima que está nerviosa paro; si necesita que me acerque para que sienta que no hay jerarquía entre ella y yo lo haré. Se trata de crear un espacio seguro, porque escuchar a una víctima es otra forma de reparación. Porque si lo hago quizá entienda por qué ha tardado tiempo en denunciar en vez de pedirle explicaciones. Con eso no vulnero ninguna norma, más bien es así como debe ser la justicia. Qué sencillo es decir en el estrado: “Hola, soy Cira y soy la jueza que va a llevar su asunto”. Es un gesto que no cuesta nada.P. Lleva más de una década en juzgados de violencia hacia la mujer. ¿Qué cambios ha notado en este tiempo?R. He visto un cambio importante en la respuesta que desde los juzgados se da las víctimas, aunque todavía tenemos que avanzar e insistir en la formación con perspectiva de género. Los mayores obstáculos a los que se enfrentan las mujeres que sufren violencia desde la justicia vienen derivados no sólo del procedimiento judicial en sí, sino de operadores jurídicos que, precisamente por esa falta de perspectiva de género, revictimizan a estas mujeres en sus interrogatorios. Si supiéramos el impacto que tiene para una mujer nadie dudaría de que si ha dado el paso y ha denunciado es porque lo que está denunciando ha ocurrido así. No podemos partir de que las víctimas mienten; cuestión distinta es que para fundamentar una sentencia condenatoria las pruebas tengan que ser suficientes para destruir el derecho a la presunción de inocencia, pero eso no significa que la víctima haya mentido.P. ¿A usted qué cuerpo se le quedó con la sentencia absolutoria de Dani Alves?R. Sin perjuicio de que no sea en este momento firme, lo que más me preocupa es el mensaje que pueda lanzarse a la ciudadanía y en especial a las mujeres que han sufrido violencia sexual. Es un caso mediático con enorme repercusión que no representa la realidad judicial de los órganos de enjuiciamiento, tal y como me han manifestado algunas compañeras magistradas que trabajan con estos delitos, pero tenemos que reflexionar porque los mismos hechos y las mismas pruebas han sido valorados de forma diferente por dos tribunales y el resultado ha sido también distinto. Los acusados tienen sus derechos reconocidos, pero las víctimas también los tienen, y han sido las grandes olvidadas dentro del procedimiento penal durante mucho tiempo.P. De todas las formas que tiene la violencia, ¿cuál es la que está más en auge? Dice que las víctimas son cada vez más jóvenes…R. La violencia vicaria y la económica, que ahora son dos puntos fundamentales del Pacto de Estado, han existido siempre. A la primera le hemos puesto el foco cuando la hemo nombrado, la hemos estudiado y desgraciadamente cuando hemos contado cadáveres de niños y niñas, nueve el año pasado. Por otra parte, creemos que la violencia económica es la que se ejerce en mujeres con determinada edad que dependen de la pensión del marido, y no. Se ejerce con mujeres adultas, incorporadas al mercado laboral, chicas jóvenes cuya pareja las manipula y les impide que estudien para que no trabajen. La violencia digital está generando muchos espacios de impunidad porque perseguir, investigar y comprobar estos delitos es muy complejo. El impacto es las víctimas es mayor, porque se hace público, es un daño social. De todas, la violencia psicológica es la más invisible de todas, la sufre cualquier tipo de mujer.P. De violencia vicaria también se ha hablado con el libro acerca del asesinato de los hijos de Ruth Ortiz a cargo de José Bretón.R. Es que a pesar de que el estatuto de la víctima de 2015 reconoce a los hijos e hijas como víctimas, todavía permanece el sesgo de que un maltratador no tiene por qué ser un mal padre, y que una cosa es la relación con la madre y otra con los hijos. Esto hay que romperlo definitivamente, porque un maltratador nunca puede ser un buen padre. Nunca. Es más, un maltratador no es ni padre, porque si su hijo observa cómo pega a su madre, es también él víctima de violencia. ¿Qué impacto tiene presenciar eso? Quizá no lo verbalice, pero lo hablará con su comportamiento, su rendimiento escolar, sus horas de sueño… hablan de muchas formas, no solo con palabras.P. En lo de seguir poniéndole nombre a las cosas, la serie Querer puso de manifiesto las agresiones sexuales dentro del matrimonio.R. Sí, pero muchas mujeres aún no lo reconocen por vergüenza. La de veces que me dicen: “Tenía que tener relaciones sexuales, aunque no quería”. Y cuando pido explicaciones añaden: “Bueno, no me forzaba, pero si no accedía al día siguiente tenía malas caras, y no me daba dinero”. Creo que es importante que la sexualidad de las mujeres la vivamos desde el deseo, porque bajo el consentimiento las mujeres siguen siendo explotadas, firman contratos de gestación subrogada… hay que replantearse esto.El teléfono 016 atiende a las víctimas de violencia machista, a sus familias y a su entorno las 24 horas del día, todos los días del año, en 53 idiomas diferentes. El número no queda registrado en la factura telefónica, pero hay que borrar la llamada del dispositivo. También se puede contactar a través del correo electrónico [email protected] y por WhatsApp en el número 600 000 016. Los menores pueden dirigirse al teléfono de la Fundación ANAR 900 20 20 10. Si es una situación de emergencia, se puede llamar al 112 o a los teléfonos de la Policía Nacional (091) y de la Guardia Civil (062). Y en caso de no poder llamar, se puede recurrir a la aplicación ALERTCOPS, desde la que se envía una señal de alerta a la Policía con geolocalización.


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