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El Papa, la pelota y la alegría de jugar: una misa futbolera en homenaje al papa Francisco

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¿Cómo explicarle a un niño qué es la felicidad? “No se lo explicaría”, dijo la teóloga alemana Dorothee Sölle, “le daría una pelota para que jugara”.Al Papa Francisco le gustaba recordar ese diálogo que había leído en un libro de Eduardo Galeano. Quizá lo llevaba a evocar su infancia, cuando pateaba una pelota con amigos en la esquina de su casa. “Siempre me gustó jugar al fútbol, daba igual que no fuera muy bueno. En Buenos Aires, a los que eran como yo los llamaban ‘pata dura’. Algo así como tener dos pies izquierdos. Pero jugaba”, contó en su autobiografía Esperanza (2025). “Para mí, los mejores partidos de fútbol siguen siendo los que se juegan en la plaza del barrio […]sobre el asfalto, o sobre el césped de un jardín, o en un descampado polvoriento con el sol cayendo a plomo, sin importar en qué rincón del mundo se encuentre”.Como argentino que era, el fútbol fue un aspecto central de la identidad del pontífice fallecido el lunes pasado. En especial, Francisco siempre tuvo muy presente al equipo del que fue un fervoroso hincha, el Club Atlético San Lorenzo de Almagro. En homenaje a su seguidor más famoso, el club azulgrana organizó este miércoles una misa en el oratorio San Antonio, en el corazón de Buenos Aires, en el mismo lugar donde fue fundado en 1908 por el sacerdote salesiano Lorenzo Massa.El púlpito del oratorio estaba decorado con una bandera que mostraba una leyenda: “San Lorenzo es el camino”, junto a los retratos de Lorenzo Massa y de Jorge Bergoglio. Si las camisetas de las 200 personas que colmaban la sala hacían pensar en la tribuna de un estadio, el silencio reponía el recato eclesial. “Francisco era nuestro mejor representante, enarbolaba los colores de Argentina y de San Lorenzo en todo el mundo. Es una gran pérdida para nosotros”, lamentó Carlos, de 65 años, sentado junto a su familia y mientras acomodaba su gastada camiseta de bastones azules y rojos. “Ojalá nos ayude ahora desde el cielo, nos vendría muy bien”, bromeó un chico disconforme con el presente del equipo.Asistentes a la misa en honor al Papa Francisco, este miércoles. ENRIQUE GARCIA MEDINAEl vínculo de Bergoglio con San Lorenzo fue un lazo familiar. La casa de sus abuelos estaba cerca de la sede del club y allí su padre jugaba al básquet. “Si como futbolista o jugador de baloncesto dejaba que desear, como forofo era imbatible”, rememoró Francisco en su autobiografía. “Siempre iba con mi padre y mis hermanos Óscar y Alberto a ver jugar al San Lorenzo en el Viejo Gasómetro, el estadio cuna de los ‘cuervos’, como nos apodaban los aficionados rivales a causa de la sotana negra de los salesianos”.En la misa de este miércoles, el socio número 88.235 del club fue recordado como “el padre Jorge”. “Hoy despedimos a un amigo”, dijo el sacerdote Juan Pablo Sclippa, “a alguien profundamente apasionado por la vida de todas las personas, en especial de los más pobres”. No faltaron los tropos futboleros. “Fue el mejor jugador de la cancha, el mejor del mundo, y nunca se la creyó”, destacó. Y citó una comparación del propio Francisco. “Nadie gana solo un partido y en la vida es igual: como dijo el padre Jorge, nadie se salva solo”. Un largo aplauso cerró la ceremonia.Francisco consideraba al fútbol como el juego más bonito del mundo y a su alrededor esbozaba una filosofía vital: “La gracia de jugar a la pelota está en que se juega con los demás: pasar el balón, aprender a construir acciones, crecer como individuos y unirse como equipo”, decía, también “compartir la verdadera amistad”. Sus palabras acaso traslucían sus recuerdos en una plaza del barrio Flores y una pelota de trapo rodando.Asistentes se fotografían durante la misa en honor al Papa Francisco. ENRIQUE GARCIA MEDINAEl azar o algún designio quiso que en 2013, el año en que Bergoglio fue elegido Papa, San Lorenzo se coronara campeón argentino y meses después obtuviera, por primera y única vez en su historia, la Copa Libertadores, el gran torneo sudamericano de fútbol. Francisco recibió a los campeones en el Vaticano. “Forman parte de mi identidad cultural”, les dijo. “Eso y la mano de mi padre, llevándome al estadio de niño, el barrio, su gente, la placita, los amigos y nuestros sueños de muchachos”, apuntó en Esperanza. Y recuperó unas palabras del escritor Osvaldo Soriano, otro cuervo famoso: “En el fútbol no se elige un ganador. Ser de San Lorenzo es una carga que se arrastra en la vida con tanto desconcierto y orgullo como la de ser argentino”.Suscríbase aquí a la newsletter de EL PAÍS América y reciba todas las claves informativas de la actualidad de la región.


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