El informe mundial de drogas arrojó un récord en la producción de cocaína, su consumo (que entre todas las sustancias fue el que más creció) y ligó esta disparada a la situación de Colombia; un parte que es recibido en un momento en el que el gobierno de Estados Unidos contempla una eventual descertificación. Sobre estos hallazgos, EL TIEMPO habló con Leonardo Correa, coordinador técnico del Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos (Simci), autores del informe, para ahondar en la realidad del mercado global -y el colombiano- documentado en el informe. El último informe mundial de drogas arrojó que se batió un nuevo récord en producción mundial de cocaína, y que Colombia produce el 67 % del total de toneladas. ¿Qué otras variables encontraron?El reporte, en general, hace un análisis de las tendencias globales, así que hay que leerlo desde esa perspectiva. Lo que hace es recoger los informes de cada país, integrarlos con diferentes perspectivas analíticas y producir una serie de datos sobre tendencias a nivel mundial. Son 24 conclusiones globales, y yo destacaría cuatro mensajes clave para la región.Colombia tiene 253.000 hectáreas sembradas con coca. Foto:Raúl Arboleda- AFPEl primero es la internacionalización del problema de la cocaína. Antes, la cocaína estaba completamente centralizada en la región andina y en los mercados de Europa y Norteamérica. Hoy, eso se ha diversificado tanto en la fase de producción —con cultivos que ya están saliendo de la región andina— como en la transformación de base a clorhidrato y cocaína, que también empieza a darse fuera de la región, incluso en Europa. Pero además hay una diversificación de los centros de consumo: hay muchos mercados emergentes, lo que implica también una diversificación de las rutas. En general, el mensaje clave es que este problema, antes concentrado en la región andina, EE. UU. y Europa, hoy es claramente un problema global.Un segundo mensaje, también estratégico y muy importante para la región, es la fuerte relación entre el crimen organizado y el narcotráfico. Con distintos roles, con distintas dinámicas, el crimen organizado se acomoda a las condiciones para poder ejercer esa labor criminal.El tercer mensaje está relacionado con la medición del impacto del uso de drogas. Hay un análisis muy interesante que plantea que no solo depende de cuál droga se esté analizando: es fundamental considerar las condiciones particulares del individuo y del entorno. En ese punto, el informe hace un llamado a considerar no solo los impactos en salud —que es lo que más se ha estudiado históricamente—, sino también los impactos en las familias, en la sociedad y en el medioambiente. Todo esto para realmente medir el efecto del consumo de drogas a nivel global.Y, para cerrar, el cuarto mensaje clave para la región tiene que ver con el fenómeno de las drogas de síntesis. A veces se cree que es un asunto concentrado en Norteamérica por la crisis del fentanilo, pero en realidad el informe alerta sobre el aumento de las metanfetaminas, que están dispersas por todo el planeta. En la región ya se empieza a ver una presencia cada vez más fuerte en el Cono Sur y también en la región andina. En Centroamérica es muy fuerte, no solo en términos de producción, sino también de consumo.Si bien la marihuana sigue siendo la droga más consumida, el informe revela que la cocaína fue la que tuvo el mayor crecimiento en el consumo. De hecho, se pasó de 17 millones de consumidores a 25 millones. Colombia siempre ha tenido un rol protagónico en esta cadena, ¿ha fluctuado su comportamiento?El rol de los narcotraficantes y de la producción en Colombia —desde la fase de cultivo— sigue siendo importante, como lo ha sido históricamente. Pero lo que realmente está marcando este ‘boom’ es el aumento del consumo y, sobre todo, la diversificación de los sitios donde se consume droga.Y esto es determinante por varios factores. Uno es que hay nuevos mercados que están demandando cocaína. Pero también hay un punto clave que destaca el reporte, y es la necesidad de llevar esa droga a nuevos lugares.Un lugar donde hasta 10.000 personas se han volcado a la siembra prohibida. Foto:Raúl Arboleda- AFPEso, en la práctica, implica nuevos actores que puedan llevar esa droga a distintos destinos. Para Colombia, esto es muy importante. En el pasado —si uno recuerda la época de Pablo Escobar— él era capaz de producir la droga en Colombia, sembrar la coca aquí, transformarla en cocaína, llevarla hasta los mercados e incluso participar en su distribución. Había un cartel colombiano que controlaba toda la cadena.Hoy eso es diferente. Incluso la fase de producción empieza a salir del país. Y eso representa una gran oportunidad para Colombia, porque hay mucho que tenemos que explicarle y enseñarle al mundo sobre el problema de tener cultivos ilícitos en el territorio.Colombia tiene 253.000 hectáreas de coca, según el reporte que ustedes hicieron sobre 2023. Mientras esos cultivos sigan creciendo, pero sobre todo mientras la productividad de esos cultivos siga disparada, ¿ustedes creen que la lucha contra el narcotráfico puede tener mejores resultados si Colombia no mejora la eficiencia en el combate a los cultivos ilegales?La historia de actuar solamente con erradicación no ha sido exitosa, porque hay un problema serio de sostenibilidad. Hay estudios que hicimos donde el efecto de la erradicación es positivo, fuerte, pero dura poco. Se mantiene máximo por dos años.Ahora, trabajar únicamente en la sustitución sin considerar la necesidad de interrumpir el flujo de droga también es un error. Colombia necesita una visión de equilibrio.Y esto es más importante aún por una característica particular del país: el desarrollo de enclaves productivos. La mitad de la droga se produce en solo el 14 % del territorio. Ese 14 % se vuelve estratégico para los narcotraficantes, y vemos todo lo que sucede cuando se trata de intervenir en regiones como Catatumbo, Argelia o El Tambo, donde el fenómeno está concentrado.Pero ese mismo fenómeno de concentración está permitiendo que en otras zonas haya condiciones propicias para la sustitución y el desarrollo. Por eso, el equilibrio es clave. No podemos volver a enfocarnos solo en erradicación, porque ya lo intentamos y no funcionó.El consumo de alcaloide pasó de 17 a 25 millones a nivel mundial. Foto:iStockAhí está la gran discusión. Y no es solo del gobierno: este no es un problema solo de los gobiernos. Es un tema que involucra a las comunidades, a los líderes locales, a la sociedad entera. Cada vez que un colombiano compra un producto de desarrollo alternativo, está ayudando a resolver el problema. No tiene que ir a erradicar coca. Solo con preferir los productos lícitos de esas regiones ya está haciendo una contribución muy valiosa.¿Les suena la idea de comprar la hoja de coca, esa propuesta que finalmente se quedó en un anuncio y hasta ahora no despega?Un poco lo que decía antes: no va a funcionar si no se soluciona lo de fondo. Pueden sacar la coca por erradicación, por compra o por legalización, pero si no se piensa en las condiciones del territorio, eso no va a funcionar. No lo va a resolver todo.Comprar hoja de coca hay que mirarlo desde los incentivos. Si lo que quiero es que la gente entre en una economía lícita, ¿cuál es el incentivo real de comprar la hoja? Si voy a comprar, compremos también todo el plátano, la yuca, el cacao… todo lo que se produce en la región. Ese sería un verdadero incentivo para que la gente deje de sembrar coca.La idea de inyectar recursos en el territorio puede ser positiva, pero hay que pensar primero: uno, ¿qué quiero incentivar que se produzca? Y dos, ¿cómo se articula eso con la sostenibilidad?Estos territorios requieren mucho más que recursos económicos. Hay que resolver la conectividad, el acceso a la justicia, a los mercados, a una producción agrícola más eficiente. Por eso se necesita una intervención integral del Estado, no solo de las entidades encargadas del tema de drogas.El informe también señalaba que el narcotráfico y el consumo se apalancan de vulnerabilidades sociales. ¿Cuáles podría enumerar?Así es. Uno de los llamados del informe es que esta inestabilidad global está creando condiciones para que aumente el consumo. Cuando hablamos de inestabilidad nos referimos a conflictos, migraciones, inequidades, problemas socioeconómicos, falta de acceso a bienes y servicios básicos… Todo eso está generando un entorno que facilita, claro, que la producción de drogas se vuelva una alternativa para muchas comunidades.Pero también está facilitando el consumo. Lo que hemos observado es que el consumo se está concentrando en nichos de población vulnerable: personas refugiadas, en crisis económica, en zonas de pobreza extrema, con poco acceso a salud o educación.Los cultivos de coca y rutas del narcotráfico son la gasolina del conflicto armado en el país. Foto:AFPEntonces, el problema está en los dos extremos de la cadena: en quienes terminan produciendo como única salida, y en quienes terminan consumiendo como una forma de sobrellevar sus propias crisis. Y esto ya no es un tema de ricos y pobres, es un fenómeno global. Las poblaciones más vulnerables están más expuestas a las drogas, sea en la fase de producción, tráfico o consumo.¿Para cuándo tendríamos las cifras de producción potencial y de narcocultivos sembrados el año pasado en Colombia?Estamos ya en la fase de consolidación de cifras. Tenemos los primeros trabajos de integración, así que esperamos tener datos en el segundo semestre. Yo diría que temprano en ese segundo semestre.Y vamos a tener una discusión específica sobre la diferencia entre la producción potencial de cocaína y la cocaína que realmente llega a los mercados. Porque hay una diferencia importante.Recuerden que la producción potencial es la cantidad que se podría obtener si todas las hectáreas sembradas se usaran para producir cocaína. Pero en la realidad, en Colombia no todas las hectáreas se usan con ese fin. Hay coca que se incauta, cultivos que nunca se cosechan, lotes que se usan solo para producir pasta o base y no llegan a convertirse en cocaína.Entonces, vamos a aportar elementos para dar mayor claridad sobre cómo se mide realmente lo que termina llegando a los mercados.Entrevista con Leonardo Correa, coordinador del Simci Foto:Sara Valentina Quevedo DelgadoRedacción Justicia
‘Colombia necesita equilibrio; solo erradicar no ha funcionado y solo sustituir no basta’: Naciones Unidas
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