El reciclaje de los envases comerciales es, desde el pasado 1 de enero, tarea de quien los produce. Así lo dicta la llamada responsabilidad ampliada del productor (RAP), una norma que emana del Real Decreto 1055/2022 y que obliga a las empresas que fabrican esta clase de envases a financiar su gestión y rendir cuentas de su recuperación. Isabel Tennenbaum, responsable del sector Retail y Fabricantes en Ecoembes, lo aclara: “En esencia, los productores que pongan en el mercado envases comerciales tienen que ocuparse por ley de que estos se incorporen al ciclo de la economía circular. Es un paso más para lograr que los envases sean materia prima y no basura”. Para distinguir qué es un envase comercial, Tennenbaum ofrece un ejemplo sencillo: “Un brik de leche es un envase doméstico, el que recicla el ciudadano en su casa. Pero los briks de leche llegan al supermercado en un palé gigante que agrupa decenas de ellos. Ese palé es un envase comercial porque nunca llega al consumidor”. Serían también envases comerciales, por citar algunos de los más frecuentes, las cajas de porexpán blanco que exhiben el género en una pescadería o los sacos que contienen legumbres a granel. Si tenemos dudas, no hay más que pensar en quién reciclará el residuo de ese envase. Si no es el ciudadano, es el comercio.
Tipos de envases comerciales más frecuentes
Envases de agrupación
Son aquellos que agrupan a otros y que no llegan al consumidor final. Por ejemplo, una caja que transporta latas o yogures a un supermercado. En cambio, si el envase puede ser adquirido por el consumidor, como un plástico que agrupa un pack de seis latas de refresco, no se considera envase comercial, sino doméstico.
Envases del canal Horeca (hotelería, restauración y cafeterías)
Para ser considerados comerciales, estos envases tienen que presentar un formato exclusivo para el canal Horeca (hostelería, restauración y cafeterías). Por ejemplo, un saco de cinco kilos de azúcar que un restaurante compra a un mayorista, pero que en ningún caso llega al comensal.
Envases de productos a granel
Un saco de lentejas que se venderán a granel se considera un envase comercial. Al consumidor final solo le llegan las legumbres y no el envase. Otro ejemplo: la clásica caja de porexpán blanco que se usa en las pescaderías para que expongan y vendan el género.
Envases entre comercios
La bolsa en la que una lavandería entrega toallas limpias a un hotel, y que nunca llega al huésped que las acaba utilizando, es un envase comercial.
Expositores de producto
La caja en las que las frutas están expuestas en una frutería o supermercado, que a veces también sirve para transportarlas, se considera también un envase comercial.
El funcionamiento de la gestión de estos residuos es análogo a la de los envases domésticos. Las empresas que los comercializan pagan un canon por la gestión posterior del residuo.“Los fabricantes que ponen envases en el mercado los declaran y pagan un precio”, detalla Tennenbaum. “Nosotros, con esos fondos y en colaboración con las administraciones públicas locales, ponemos en marcha un sistema colectivo de responsabilidad ampliada del productor (SCRAP) para la gestión integral de esos residuos”. Este sistema es una suerte de todo en uno: además de los medios para clasificar los residuos y reciclarlos, ofrece también soporte normativo, formación en ecodiseño y asesoría en todos los procesos.Un cambio normativo para un sector gigante Los sectores afectados por el cambio normativo son diversos: tiendas, proveedores, canal Horeca (hotelería, restauración y cafetería), grandes superficies, mercados… Anged es una organización que agrupa a 21 grandes empresas que se enclavan en estos ámbitos, como, por ejemplo, El Corte Inglés, IKEA o Fnac. Cuentan con más de 7.400 establecimientos y 236.000 empleados en España. Al año, unos 4,5 millones de consumidores visitan los establecimientos de sus asociados.El cambio normativo, explican, ha tenido un doble efecto: “Por un lado, nuestros asociados, en su condición de productores, han tenido que adherirse a alguno de los SCRAPS -los sistemas colectivos de responsabilidad ampliada del productor, como el que pone en marcha Ecoembes- de envases comerciales que se han constituido y asumir nuevas obligaciones de financiación. Por otra parte, en su condición de distribuidores, han tenido que asumir una nueva obligación de informar a los SCRAPS de los residuos que gestionan”.El modelo de reciclaje integral que propone Ecoembes, explica Tennenbaum, da pie a que las empresas cumplan la normativa “de forma proporcional a su volumen de residuos y en base a su tamaño”. A este sistema pueden concurrir firmas de cualquier sector y punto del territorio nacional.Un esfuerzo que se consolidaEsto no significa que antes no se reciclasen estos envases comerciales. “No se parte desde cero. Ya se hacía una gestión eficiente de los residuos: por ejemplo, las grandes superficies y centros comerciales separaban y recuperaban sus residuos con gestores privados. Lo que es nuevo es la obligación”, detalla Tennnebaum. Lo corrobora Anged: “Antes de este cambio regulatorio, nuestras empresas, desde hace años, organizaron en sus establecimientos la gestión de estos residuos, que se vienen recogiendo, plegando, compactando y entregando a los gestores de residuos autorizados”.El cambio normativo impulsa también el ecodiseño, esto es, la mejora de los envases para reducir su impacto ambiental mediante el uso de monomateriales; recipientes únicos, sin piezas añadidas -como la botella que tiene el tapón unido-; menores gramajes; menos tintas y la maximización del espacio. Recetas con las que, según afirma Tennenbaum, dejar definitivamente atrás el canon usar-tirar. “Es muy importante resaltar que la sostenibilidad y la economía circular no son una opción o una obligación, sino un activo que puede marcar una diferencia. Y las empresas es algo que ya entienden”, cierra.
que Reduce, que Reutiliza, que Recicla
La sostenibilidad no es una opción u obligación, sino un activo que puede marcar una diferencia
Isabel Tenenbaum
Coordinadora del sector retail y fabricantes de Ecoembes
Ayuda a las empresas a cumplir con las obligaciones legales que tienen, a preparar cambios normativos o a fomentar el ecodiseño y la formación
Licenciada en Ciencias Ambientales y con un máster en Gestión y Control Ambiental, Isabel Tenenbaum, de 45 años, cuenta que eligió su formación en un momento en el que prácticamente “no se hablaba de reciclaje ni del cuidado del medioambiente”: “Y menos de economía circular, un término que no existía por aquel entonces. Escogí esa carrera porque era un modo de cambiar las cosas”, señala.
Lleva trabajando en Ecoembes desde 2006, la mayor parte del tiempo en gestión local y autonómica, la parte que trabaja con ayuntamientos y comunidades autónomas, “en la firma de convenios de reciclaje o la instalación de sistemas de recogida y selección, por ejemplo”. Ahora, desde hace y medio, se ocupa de la parte de desarrollo de valor al cliente, en concreto de la coordinación del sector retail y fabricantes: “Ayudamos a las empresas a cumplir con las obligaciones legales que tienen, a prepararse y anticipar cambios normativos, a fomentar el ecodiseño y la formación…”, enumera.
