“Tras el vaciado de la granja queda una sensación inimaginable, no se puede describir con palabras”. El ganadero habla desde el anonimato y se refiere a “vaciar” para no decir “sacrificar”. Las vacas son su mundo y este se ha venido abajo con el episodio registrado las últimas semanas en la provincia de Girona, donde un brote de Dermatosis Nodular Contagiosa (DNC) mantiene en vilo a todo el sector agrario, dependiente del bovino. Esta enfermedad, muy transmisible aunque inocua para los humanos, ya ha afectado 18 explotaciones de la provincia en lo que va de mes y ha obligado a sacrificar unas 2.500 cabezas de bovino. La zona cero es la comarca del Alt Empordà, colindante con Francia, donde hay varios brotes. Pero también se extiende algo más al sur, en el Gironès, con una explotación afectada. Según la Generalitat, hay 152.000 animales inmovilizados y se están poniendo más de 7.300 vacunas al día, pero el desespero reina en las explotaciones. Para Ángel del Valle, responsable del sector ganadero del sindicato Unión de Uniones: “Es una gravísima crisis del sector vacuno español, no hemos conocido antes nada de esta magnitud”. Por ello pide que se vacune de manera generalizada en toda España. Pese a que el brote es en Girona, varias comunidades han anulado mercados y ferias de ganado, y Galicia ha blindado su cabaña. “Se actúa con la máxima celeridad y rigor para contener el virus”, asegura la Generalitat.La DNC es una enfermedad muy contagiosa del ganado bovino producida por un virus que causa fiebre, nódulos en membranas mucosas, piel y órganos internos, extenuación, inflamación de los nódulos linfáticos, edema cutáneo y, en ocasiones, la muerte. Está considerada de categoría A en la Unión Europea, por lo que es de obligada declaración y hay que adoptar medidas para su erradicación. No se transmite a los humanos ni por ingesta de leche o carne, ni por contacto directo con el animal. Los ganaderos sospechan que el virus entró por un animal infectado procedente de Francia y critican que no se haya prohibido la llegada de ganado de este país, como hicieron Marruecos, Suiza o Argelia.En Cataluña hay 3.960 explotaciones de bovino, 1.745 de vacas de carne, 1.871 de terneras de engorde y 344 de vacas productoras de leche. “Toda la vida con el bullicio de los animales y, ahora, todo silencio”, describen los afectados, que, por el momento, prefieren “no hablar del tema en prensa”. Un tono de voz apesadumbrado y apagado evidencia el estado de la mayoría de estos ganaderos. Muchos han llorado y otros, además, han necesitado la ayuda psicológica que la Generalitat ha puesto a su alcance. “Los ganaderos de bovino trabajamos día y noche, hemos escogido esta vida porque nos gusta, y ahora ha quedado cortada de cuajo”, solloza uno de ellos. Entienden que debía sacrificarse el ganado, pero lamentan “no haber tenido la vacuna antes”. Ahora evaluarán las pérdidas económicas que les representa el vaciado sanitario y lo que habrán dejado de ingresar. El Govern ha movilizado una primera partida de cuatro millones de euros para tramitar las indemnizaciones y otros gastos derivados de la gestión del foco y la aplicación de la vacuna. La afectación emocional es incalculable.La mayoría de explotaciones de vacas de leche hacen una importante selección genética para tener los mejores ejemplares. “Esto habrá destruido el trabajo y esfuerzo de muchas generaciones”, destacan. Una de las granjas afectadas estaba entre las 30 primeras de España en calidad genética. “La DNC provocará un gran cambio en el sector ganadero de Girona”, asegura la coordinadora Nacional de Unió de Pagesos, Raquel Serrat, que augura que “no se encontrarán vacas adultas para comprar y, retomar la actividad implicará una gran inversión que la mayoría de afectados, con una media de 55 años, no hará”.La granja familiar de Jordi Cros, en Peralada, no ha tenido ningún foco, pero está en medio de varios. Tiene 36 años, es ingeniero químico y en 2017 dejó Barcelona para trabajar en la granja de 450 cabezas de ganado con su padre y siete empleados. “Desde la detección del primer foco, el día 3 de octubre, todo ha sido incertidumbre. Antes de vacunar sentíamos que era como tener las horas contadas”, afirma. A Jordi le cuesta comer –ha perdido varios kilos- y de noche se despierta media docena de veces y de forma compulsiva mira en la app que la temperatura y todo lo relacionado con sus vacas esté correcto. Al principio, cuando no se quería vacunar –porque decían que tapaba positivos-, el virus corrió como la pólvora. Han fumigado y desinfectado varias veces su granja. Las vacunas llegaron el día 9 y el 10 se vacunó su ganado. Esperan que pasen los 21 días de incubación a ver si se han salvado. “Es como tener la espada de Damocles encima”, lamenta.Los 60 veterinarios, que han administrado más de 125.000 vacunas. Además, están a la espera que la Comisión Europea responda a la petición del Govern, a través del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, para “poder vacunar más allá de los radios de protección”. Entrarían el Pirineo, Cataluña Central y algunas comarcas de Lleida, donde se lleva a destruir el ganado sacrificado. Cubriría unos 500.000 animales, casi la totalidad de la cabaña, priorizando a vacas reproductoras de leche y de carne por ser las más vulnerables. Se esperan recibir 140.000 vacunas los próximos días y 250.000 la primera semana de noviembre.El resto de ganaderos de España están en alerta. Para evitar que la enfermedad llegue a sus explotaciones, varias comunidades han suspendido las ferias y mercados de ganado. Entre ellas, Aragón, Navarra, Cantabria, Castilla-León o Asturias. En Galicia, además, la Xunta ha blindado sus animales. Todo el bovino procedente de explotaciones de fuera, independientemente del motivo del traslado, origen y destino, “tendrá vigilancia veterinaria 21 días desde su incorporación a la explotación gallega, toda su cabaña quedará inmovilizada este periodo y se desinsectizará y vigilará un veterinario oficial”. El Gobierno asturiano ha tomado una medida similar. En la Comunidad de Madrid se celebró del 16 al 19 de octubre la Subasta Nacional de Ganado Selecto en Colmenar Viejo sin ninguna medida de protección. Ángel del Valle explica que una semana antes del primer foco se pidió al ministerio que hiciera acopio de vacunas. “Se descartó porque estaba lejos y no lo establecía el protocolo” señala, y apunta que “si el protocolo falla, hay que sentarse a ver por qué y cambiarlo”. “Siempre vamos por detrás, por eso se están teniendo que fulminar cabañas enteras y esto lleva a muchas familias a la ruina”, critica. Agravado, dice, porque el protocolo de la vacuna prohíbe que una explotación afectada pueda volver a entrar animales durante 14 meses. La preocupación crece entre los ganaderos. “Sentimos gran desolación, una terrible incertidumbre, la gente no sabe si mandar directamente sus animales al matadero para no tener que pasar por el trauma de que te sacrifiquen toda la cabaña”, afirma. El ministerio ha hecho un segundo contrato de emergencia para obtener más vacunas.

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