“Llegué a Tánger con siete años, cuando se hablaba español y se pagaba en pesetas”, rememora en el Café de París, emblema de la edad de oro internacional de la capital del Estrecho, el escritor franco-marroquí Tahar Ben Jelloun (Fez, 78 años), premio Goncourt. “Conservamos aún una relación de nostalgia; España está en nuestros sueños. Es algo muy próximo”, reconoce entre gestos de agradecimiento a los lectores que le reconocen con un saludo. “De niño vivía en el barrio de Marshan, cerca de la alcazaba, y de noche veía las luces de Tarifa”, evoca.En la misma fortaleza que corona la medina se han reunido el pasado fin de semana en torno a su figura escritores, artistas y académicos marroquíes, españoles, franceses y libaneses en la primera edición de los Encuentros del Mediterráneo en Tánger, coordinados por la Librería de las Columnas, faro cultural de la urbe. “Es una ciudad aparte”, resalta Ben Jelloun, que inauguró los Encuentros y participó en uno de los debates clave. Sostuvo que el Mediterráneo es una visión del mundo, una manera de ser. “Pero no se trata de un mar calmado”, advierte, “el mar blanco, como se le denomina en árabe, sino un mar rojo”, por la sangre de los naufragios de la inmigración irregular.Acaba de llegar desde París para pasar todo el verano en su casa del barrio de Iberia, el distrito tangerino con la impronta española más patente. “Es mi ciudad. Entiendo que haya resurgido toda una literatura que la observa como un escenario mítico”, precisa. “Como todos los puertos, los lugares de frontera, era un nido de espías [bajo el Estatuto Internacional, 1923-1956]. Ha cambiado mucho. Ahora es muy activa”.El Café de París es casi su oficina en Tánger. “Aquí es donde abrí los ojos a la luz de la diversidad humana. Aquí mismo me encontraba con franceses, ingleses, norteamericanos… y conocí a autores como Roland Barthes o Jean Genet”. En esta ciudad Juan Goytisolo se convirtió en su amigo tras publicar Reivindicación del conde don Julián en 1970. “En Tánger he sentido el aliento de la beat generation. Llegué a participar en un recital de poesía en Nueva York con Allen Ginsberg y William Burroughs”, recapitula. “Tánger inspira. Está siempre presente en mis libros. Y también en mi pintura”. El escritor Tahar Ben Jelloun, en marzo en Ankara.Anadolu (Anadolu via Getty Images)Ben Jelloun recuerda que su novela Partir se desarrolla entre Tánger y Barcelona, en la transición del reinado de Hasán II al de Mohamed VI, que dio paso a la transformación de Tánger en los últimos 25 “Hasán II nunca viajó de forma oficial a esta ciudad. Su hijo celebró aquí su primer aniversario en el trono. No siento ninguna nostalgia del pasado”, se reafirma en el presente. En los años sesenta pasó 19 meses en una prisión militar, donde sufrió malos tratos durante los años de plomo de la represión.El reciente resurgir de Tánger coincide un bum de escritores españoles, tangerinos por nacimiento o adopción, que comparten una urbe mítica como escenario de sus obras. Entre una pléyade de autores, tres de ellos han participado en una sesión de los Encuentros Mediterráneos junto con una hispanista marroquí especializada en el fenómeno literario.Atrapada entre el espacio y el tiempo“Tánger se está convirtiendo en un espacio literario entrelazado de manera significativa con un tiempo. Ese cruce entre la ciudad y el tiempo del estatuto internacional, la fuerza de esa asociación, deja fuera otros tiempos y también el Tánger real”, analiza Gonzalo Fernández Parrilla, 63 años, exdirector de la Escuela de Traductores de Toledo y profesor de lengua y literatura árabes en la Universidad Autónoma de Madrid. Se declara también tangerino, o más bien “tagarino”, como los moriscos que vivían y se criaban entre los cristianos, “pero a la inversa”. Autor de Al sur de Tánger. Un viaje a las culturas de Marruecos (La Línea del Horizonte), lo describe como un libro para el bagaje del viajero. “Con Tánger pasa como con Marruecos. Somos rehenes de los mitos y de la ficción. El único antídoto es el conocimiento”, aconseja. Sentados, de izquierda a derecha, los profesores y escritores Gonzalo Fernández Parrilla, Randa Yebruni, Rocío Rojas Marcos y Tina a Suau, el viernes en Los Encuentros Mediterráneos de Tánger. Una imagen en sus redes sociales.InstagramTambién profesora de estudios árabes, en la Universidad de Sevilla, escritora y poeta, Rocío Rojas Marcos, de 46 años, ha descrito toda una “cartografía afectiva y literaria” sobre la ciudad del Estrecho en Tánger. Segunda Patria (Almuzara), o Tánger. La ciudad Internacional, (Almed). “La discusión entre el mito y la realidad es un espacio pantanoso y confuso, pero fértil, como el limo de un río. En esas confluencias florece la literatura”, reflexiona sobre una urbe que conoce muy bien. “Y en ese territorio intermedio es donde la literatura tangerina cobra su sentido pleno”.Nacida en Tánger hace 71 años. Tina Suau, catedrática emérita de la Universidad de Valencia, recupera en Tánger, la ciudad soñada (Esdrújula) vivencias de su infancia y adolescencia antes de dejar el norte de África. “Tánger ha sido mirada a menudo como excusa narrativa más que como ciudad vivida, en una escritura que se apoya en mitos basados en lo exótico. Yo he intentado escribir desde la memoria, en una tensión frente la historia oficial”, alega sobre la intriga múltiple de su narración sobre la que fue ciudad internacional.Ya desde la orilla sur del Mediterráneo, Randa Yebruni, de 49 años, profesora de estudios hispánicos de la Universidad de Tetuán, ha tratado de compilar en La letra y la ciudad: su trama en Tánger (Alhulia, 2020), su investigación sobre la corriente de añoranza literaria hacia Tánger entre los autores españoles. “El mito literario consiste en una mirada estereotipada, que busca los lugares comunes”, puntualiza. Considera que el éxito de María Dueñas con sus novelas El tiempo entre costuras y Sira ha magnificado la proyección del escenario tangerino. “Pero la clave más importante de conexión entre los escritores españoles y la ciudad es la cercanía geográfica y su carácter mediterráneo”, apostilla.La escritora marroquí Salma el Moumni, autora del libro ‘Adiós Tanger’, fotografiada en la librería Finestres en marzo.Gianluca Battista“¿Cómo no sentir curiosidad cuando eres de Tánger?”. Desde las almenas del Borj en Naam (el Fuerte de los Avestruces), que alberga el museo Ibn Batuta en la alcazaba, escenario de los Encuentros Mediterráneos, Salma el Moumni, autora de Adiós, Tánger (Sexto Piso), se recrea en la contemplación del Estrecho. “No sé si volveré a esta ciudad, donde nací hace 26 años, pero por ahora sigo buscando”, confiesa esta narradora afincada en Francia, a la que el temprano éxito de su obra ya le permite vivir —“modestamente”— de la literatura. Cita a Mohamed Chukri (1935-2003), el escritor tangerino por antonomasia, quien se refirió a algunos de los libros de norteamericanos y europeos sobre Tánger como “meras postales”. —Todo el mundo quiere venir a Tánger y usted se va.—Es una toma de partido. Frente a quienes pasan unos pocos meses aquí para escribir su obra, la protagonista de mi novela la ha vivido al menos en sus primeros 18 años.— replica con firmeza autobiográfica la autora tangerina.El periodista y escritor Javier Valenzuel ante el teatro Riad Sultán de Tánger. Donde se presentó el viernes una dramatización con textos de su novela Tangerina.Cedida por la organizaciónUna urbe de historias extraordinariasTangerina es precisamente el título de la primera parte de la trilogía Tánger Noir, del periodista y escritor Javier Valenzuela, de 70 años, reeditada por Huso y traducida al árabe por el hispanista marroquí Larbi Ghaju, obra pionera en el renacimiento de la literatura en español sobre la capital del norte de Marruecos. Chukri, a quien Valenzuela trató de cerca, es uno de los protagonistas de su trama policiaca. Coincidiendo con los Encuentros Mediterráneos, se ha representado una lectura de extractos de Tangerina en castellano y árabe en el teatro Riad Sultán, también en la alcazaba de Tánger, dramatizados por alumnos marroquíes y españoles del Instituto Severo Ochoa de la ciudad. “Desde mis tiempos de corresponsal de El País en Rabat, hace más de tres décadas, Tánger es un lugar perfecto para tender puentes culturales en el Estrecho, aunque va más allá de lo estrictamente marroquí. ¿Cómo no querer a una ciudad que inspira historias líricas, historias noir e historias extraordinarias”.
El mito de Tánger recorre el Mediterráneo | Cultura
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