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El modelo de colegio de la II República que el Gobierno de Ayuso está copiando mal: 1º y 2º de la ESO en las escuelas de primaria | Educación

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El Gobierno de la Comunidad de Madrid ha tomado una decisión escolar rompedora y, para muchos profesores y otros especialistas en educación, incoherente y potencialmente negativa para miles de estudiantes: desgajar 1º y 2º de la ESO del resto de la secundaria obligatoria para incorporarlos a 52 colegios públicos de primaria a partir de septiembre. Juntar ambas etapas completas no es una novedad en España. Es el modelo más frecuente en los colegios privados y concertados. Y dentro de la enseñanza pública los primeros ensayos se remontan a principios del siglo XX, con la Institución Libre de Enseñanza, aunque el esquema creció y se consolidó en los años 30 con la II República, hasta que fue eliminado por el franquismo. Ya en democracia se recuperó, primero como una fórmula de resolver la oferta escolar en zonas rurales. Y más tarde, sobre todo en Cataluña, el territorio donde más peso ha alcanzado, con 118 institutos escuelas (en Madrid hay hasta ahora 43, llamados Ceipsos), y donde más se ha teorizado al respecto, como una fórmula que persigue, entre otras cosas, mejorar la transición entre etapas educativas y crear proyectos congruentes que abarquen toda la escolarización obligatoria.Su máximo valor es, justamente, la continuidad. Y el mayor problema que los expertos ven en el plan del Gobierno de Isabel Díaz Ayuso es que implica una ruptura aún mayor que la que se produce ahora con el paso del colegio al instituto al cortar por la mitad la Educación Secundaria Obligatoria, una etapa que en los currículos escolares y demás normativa es única.“Bien hecho, el modelo permite una mayor y mejor coordinación pedagógica entre la primaria y la secundaria obligatoria. Pero planteado así rompe la comprensividad de la ESO, y parece una propuesta que busca básicamente un ahorro de costes aprovechando el vaciamiento de espacios que ha genera la caída de la natalidad, sin que haya un planteamiento educativo serio y riguroso”, afirma Xavier Martínez Celorrio, profesor de Sociología en la Universidad Autónoma de Barcelona. Jaume Aguilar, que ha sido director de escuelas e institutos y presidente de la Federación de Movimientos de Renovación Pedagógica de Cataluña, añade: “He sido muchos años profesor de secundaria, y si ya cuesta la transición entre 2º y 3º de la ESO, si además los tienes que cambiar a todos de centro, que no te pase nada… Me parece un error y creo que desarticulará a muchos chavales”.La propuesta de la Comunidad de Madrid resulta, en todo caso, atractiva para muchos progenitores, que en los centros donde va a implantarse la apoyan de forma mayoritaria, asegura Mari Carmen Morillas, presidenta de la principal federación de familias de la escuela pública en Madrid, la Giner de los Ríos. El motivo es que viene a paliar algunos de los problemas de la actual organización escolar. Ofrece a los chavales un entorno escolar más cercano y familiar que el instituto. Un horario ―aunque no en todos los casos―― con clases por la tarde, cuando en toda España los institutos públicos de secundaria tienen ahora jornada intensiva, solo de mañana. Y, especialmente, incluirá la posibilidad de quedarse al comedor, un servicio que se perdió en los centros públicos ―pero no en la privada― para el alumnado de 12 y 13 años con la conversión de los cursos de 7º y 8º de EGB en 1º y 2º de la ESO.Frente al rechazo que la idea ha generado entre los sindicatos docentes y la oposición política, la propia Comunidad de Madrid defiende su propuesta con argumentos de carácter más social que educativo, con argumentos como que servirá para mejorar “el descanso [del alumnado]los hábitos de alimentación, luchar contra la soledad, las adicciones o la posible influencia de las bandas juveniles”, en palabras del consejero de Educación madrileño, Emilio Viciana.Verónica de la Llave, madre de un alumno que está en 6º de primaria en el colegio público Constitución 1812, situado en las afueras de Leganés, en una zona rodeada por la carretera M-402, resume otro de los argumentos que inclinan a apoyar la medida. “En el colegio están más acogidos, porque es más pequeño, siguen con sus compañeros y aunque vayan a tener nuevos profesores, los de primaria seguirán estando aquí. En los institutos hay niños que pueden adaptarse, pero otros, por sus características, no están preparados para ese paso”. La medida, admite al mismo tiempo De la Llave, se está poniendo en marcha de forma “improvisada” y “a nivel educativo no está nada claro que vaya a funcionar”. “Pero ponemos en la balanza otros aspectos que también son importantes, como el entorno donde se desarrolla la educación frente a los contenidos de la misma”, afirma. Su hijo, Javier, de 11 años, resume rápido por qué también prefiere quedarse: “Aquí tengo muchos amigos, y así además así no tengo que andar a más sitios”.En una época en que una parte de los colegios pueden morir como consecuencia de la caída demográfica, incorporar dos cursos de la ESO también pueden ayudarlos a resistir. El colegio Constitución 1812 de Leganés solo tiene dos líneas, en vez de tres, desde 4º de la ESO hacia abajo. Y su director, Willy Cano, afirma que la previsión es que la población escolar de Leganés (que tiene 190.000 habitantes) caiga en 5.000 alumnos en cuatro años.Varias ventajasSergi del Moral, director del instituto escuela Les Vinyes, en Castellbisbal, Barcelona, que ofrece infantil, primaria y ESO cree que, bien diseñada, la unificación de etapas ofrece varias ventajas. De un lado, al concentrar toda la enseñanza obligatoria, pero sin ir más allá, preserva mejor el sentido de un periodo educativo que es al mismo tiempo un deber y un derecho. En los institutos estándar, es normal que un docente dé clase en 1º de la ESO después de hacerlo en Bachillerato, que como etapa postobligatoria es normal que tenga otra cultura, ya que “en principio es voluntaria y tiene un enfoque académico”. El modelo unificado también permite acompañar mejor a los chavales y aprovechar la relación con las familias. En un instituto normal, señala el director, es más difícil reaccionar cuando las cosas no van bien “porque la etapa solo dura cuatro años e igual tardamos dos en conocerlos a los chavales”.El instituto escuela favorece por último, afirma Del Moral, la “transformación educativa”, sobre todo en secundaria, donde esta resulta más difícil. A ello contribuye, dice, “el hecho de que en las escuelas el trato con los estudiantes sea más personal, mientras en secundaria es más académico, nos olvidamos un poco de las personas y las tratamos como a números. Como si estuviésemos solamente certificando aprendizaje y no promoviéndolo”.


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