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El universo de la disfunción eréctil: “Puede ser un preaviso de un problema cardiovascular” | Salud y bienestar

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Contaba el escritor Stefan Zweig en su biografía sobre María Antonieta, que las disfunciones sexuales del marido, el rey Luis XVI, marcaron profundamente ese matrimonio y, probablemente, también el reinado y el devenir de la historia de Francia. “Rien”, apuntó el monarca en su diario un día después de la boda. Nada. Y así durante años. Al parecer, el rey sufría fimosis y la pareja no llegó a consumar su relación hasta siete años después de esposarse. Su incapacidad para alcanzar relaciones sexuales satisfactorias fueron carne de mofa en la corte y aliento para la Revolución. Pero la afección del monarca francés no era nada extraordinaria. Y sus efectos tampoco. Con la perspectiva del tiempo —y el avance del conocimiento científico—, el caso de Luis XVI cristaliza perfectamente parte del universo en el que se mueve la disfunción eréctil: un estudio publicado en la revista Journal of Urology analizaba su cuadro y concluía que, probablemente, el origen de su afección era multicausal: por un lado, hay constancia de que el rey padecía una fimosis rígida y dolorosa, “que pudo haber inhibido la erección y la eyaculación”, explican los autores; pero hay otros historiadores que postulan que el monarca también padecía hipogonadismo, de ahí su falta de libido de por vida; los firmantes de esta investigación añaden, además, otra arista y apuntan que pudieron contribuir a su disfunción otros factores sociales, pues se trataba de un joven solitario, tímido y sin educación sexual. Todas esas variables —y muchas otras— acostumbran a estar detrás de la disfunción eréctil, una dolencia que puede afectar a cualquier edad, pero está más presente con los años: alrededor de la mitad de los hombres de entre 40 y 70 años la padecen.Más informaciónPara entender el mundo de la disfunción eréctil, los expertos empiezan por aclarar que la erección, la eyaculación y el orgasmo son procesos diferentes. Ocurren de forma paralela, pero no son lo mismo, puntualiza Venancio Chantada, jefe de Urología del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (CHUAC): “En la esfera sexual masculina, las patologías más frecuentes son la disfunción eréctil, la eyaculación precoz y la falta de deseo. La gente suele confundir las tres cosas, pero no es así. No es imprescindible que haya una erección completa para eyacular o tener un orgasmo. Son fenómenos diferentes”. Según los expertos, la disfunción eréctil es la incapacidad de tener una erección suficiente —sea por la rigidez o por la duración— para mantener una relación sexual satisfactoria. Va más allá de lo que coloquialmente se conoce como gatillazo, que es una alteración puntual de la erección. En la impotencia, estos problemas se prolongan a lo largo del tiempo, expone Chantada: “La mayoría de los trastornos de erección tienen un trasfondo físico, sobre todo, problemas vasculares. Pero luego a esto se añaden otras capas, como el miedo al desempeño: el hombre huye del contacto con la pareja y se acaban sumando problemas psicológicos”. El perfil más habitual del paciente que acude a la consulta con un cuadro de disfunción eréctil es el de un hombre, de entre 55 y 65 años, que lleva un tiempo teniendo problemas para tener relaciones sexuales satisfactorias. Josep Torramadé, coordinador nacional de Andrología de la Asociación Española de Urología, añade otro perfil también habitual en la consulta: los chicos jóvenes, que presentan un cuadro más vinculado a problemas psicológicos. “En estos casos, el origen de la disfunción eréctil está más asociado a la ansiedad anticipatoria. No es por un problema orgánico, son chicos jóvenes sin antecedentes cardiovasculares”. La erección es, en esencia, un reflejo que se produce en respuesta a un estímulo erótico. Pero detrás de eso hay un intrincado proceso neurovascular donde intervienen mecanismos del sistema nervioso y circulatorio, variables endocrinas y aspectos psicológicos: por un lado, el pene necesita flujo sanguíneo para lograr y mantener una erección; pero también el sistema nervioso (cerebro, médula espinal y nervios) trabaja para enviar impulsos eléctricos que ayudan al cuerpo, incluido el pene, a moverse; y, por parte del sistema endocrino, hay hormonas, como la testosterona, que ayudan a dilatar los vasos sanguíneos y facilitar el flujo sanguíneo en el pene. La variable psicológica abraza todo este proceso e influye también directa o indirectamente: hay enfermedades (depresión, ansiedad…), problemas de estrés, preocupaciones o expectativas frustradas, de hecho, que pueden afectar al desempeño sexual. Problemas vascularesLa esfera de la disfunción eréctil es compleja y los motivos, diversos. Dentro de las causas orgánicas, como apuntaba Chantada, los problemas vasculares son los más frecuentes. De hecho, ambos procesos funcionan como vasos comunicantes: este trastorno sexual aparece como consecuencia tras algunos cuadros cardiovasculares, pero también “puede ser un preaviso de un problema cardiovascular”, abunda el urólogo, que es también miembro de la junta directiva de la Asociación Española de Andrología.Torremadé incide también en esta relación bidireccional: “Los factores de riesgo cardiovasculares, como la diabetes, la hipertensión, el sedentarismo o el tabaco, son los mismos que hay para la disfunción eréctil, porque [esta afección] no deja de ser también una interacción vascular”. Y enfatiza que la medicina mira cada vez más la disfunción eréctil como otro factor de riesgo cardiovascular: “Es un síntoma que nos avisa de que el cuerpo no está bien: las arterias del pene ya están empezando a dar problemas; luego serán las del corazón… Es un síntoma centinela, la punta del iceberg, una manifestación temprana de algo que no va bien a nivel cardiovascular”.En este sentido, una revisión científica explica que el menor diámetro de las arterias cavernosas del pene lleva a que la disfunción eréctil por causas vasculares acostumbre a preceder a la enfermedad coronaria, los infartos y los ictus hasta cinco años antes. “Los hombres jóvenes que presentan disfunción eréctil sin causa aparente parecen tener un aumento de hasta 50 veces del riesgo cardiovascular en la edad adulta”, apuntan los autores. Otras investigaciones señalan que la disfunción eréctil aumenta el riesgo cardiovascular tanto como fumar o tener antecedentes familiares de infarto. Con todo, hay más causas orgánicas que pueden explicar la disfunción eréctil. Por ejemplo, cirugías oncológicas en próstata, vejiga o recto. “Por suerte, en el 90% de los casos, podemos tratar estos tumores de forma curativa, perro estos tratamientos generan como secuela la disfunción eréctil”, apunta Torremadé. De los pacientes con cáncer de próstata que se someten a una extirpación total del órgano, por ejemplo, el 85% puede esperar disfunción eréctil postoperatoria, mientras que entre los que recibieron radioterapia, solo tienen esta afección en torno al 25%. Los riesgos del ciclismoOtras explicaciones son los problemas neurológicos (por ejemplo, lesionados medulares) o los endocrinos, como el hipogonadismo. Y también los traumatismos. Sobre estos últimos, hay incluso estudios sobre el vínculo entre el ciclismo y la disfunción eréctil, aunque las conclusiones son “controvertidas”, admite una revisión: “Los sillines de las bicicletas de carreras tradicionales ejercen una presión considerable directamente sobre los nervios perineales, así como sobre las arterias [del pene]lo que sugiere que podría ser un problema potencial para los ciclistas”, reflexionan los autores.Un metaanálisis de 2020 en el que se comparó a más de 3.000 ciclistas con 1.500 personas que no practicaban este deporte, concluyó que había un riesgo significativamente mayor de disfunción eréctil entre los primeros. Sin embargo, otra investigación en ciclistas aficionados aseguró que estas prácticas no tienen ningún efecto sobre la función eréctil. El científico Irwin Goldstein, que investigó sobre el tema, concluía lo siguiente en un artículo para la Universidad de Boston: “La mayoría de los hombres puede aprovechar los numerosos beneficios del ciclismo moderado sin preocuparse de que esto conduzca a disfunción eréctil. Sin embargo, antes de comenzar a montar en bicicleta, deben ser conscientes de la necesidad de una bicicleta adecuadamente ajustada y un sillín cómodo, así como de los posibles riesgos para la salud sexual que presenta el ciclismo de larga distancia”.La disfunción eréctil también puede ser un daño colateral de la ingesta de algunos medicamentos (antihipertensivos, quimioterapia, antidepresivos) y de otras conductas, como el consumo de sustancias tóxicas, avisa el urólogo del CHUAC: “El tabaco es muy lesivo para las arterias y las del pene son muy pequeñas y pueden obstruirse más fácilmente. Y con el alcohol pasa que es un desinhibidor para tener una relación sexual, pero luego, no ayuda a la erección. Es una mala compañía para la erección”.El alcohol es una mala compañía para la erección”Venancio Chantada, jefe de Urología del Complexo Hospitalario Universitario de A CoruñaLa parte buena en todo el universo de la disfunción eréctil es que hay soluciones. Varias, de hecho, y adaptadas al origen de ese trastorno sexual. Aparte de la recomendación universal de mejorar hábitos de vida, que vale en todas las circunstancias, si la disfunción es de origen psicológica, el tratamiento está basado, sobre todo, en terapia con un sexólogo. Pero también hay otras opciones si hay detrás una causa orgánica.Viagra, ondas de choque y prótesisEn ese escenario, el abordaje terapéutico más conocido es el de los fármacos vasodilatadores, como las pastillas de viagra u otros análogos. “Lo que hacen estos fármacos es inhibir la degradación de la erección. Y suelen ser muy eficaces, pero en su contexto. Es decir, si hay un contexto sexual, el fármaco hará su efecto. Si te pones a leer el periódico, por ejemplo, difícilmente el pene responderá”, matiza Torremadé. Tiene que haber un estímulo erótico.También hay fármacos vasoactivos que se inyectan directamente en la uretra y genera una erección, pero tienen alguna diferencia con el funcionamieno de la viagra, abunda el andrólogo: “En este caso, estos tratamientos estimulan más el sistema que genera la erección y aquí sí que no es necesario que haya estímulo sexual”. Otra estrategia son las ondas de choque, que intentan aumentar el riego sanguíneo para recuperar la función eréctil perdida. Con todo, una de las estrategias terapéuticas en auge es la prótesis de pene, que consiste en implantar un sistema hidráulico dentro del órgano sexual para crear una erección de forma artificial cuando la persona lo desee. Los médicos aseguran que el dispositivo es imperceptible a la vista y, además de ser una cirugía segura y eficaz, la satisfacción de los pacientes es muy elevada. Chantada advierte, no obstante, de que esta opción terapéutica acostumbra a ser el último paso porque “no hay marcha atrás”: “Tiene muchas ventajas y la prótesis tiene una vida media de 10 o 15 años. Pero siempre es el último recurso porque al hacer esa cirugía, destruyes las venas por dentro y eso significa que no responderán nunca más a ningún otro tratamiento”.A diferencia de lo que sucede con la sexualidad femenina, históricamente menos estudiada y abordada, la investigación para abordar la disfunción eréctil sigue adelante. Y hay estudios en marcha para optimizar tratamientos, explican los expertos. Por ejemplo, a través de estrategias de medicina regenerativa o con mejoras tecnológicas en las prótesis.


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