“Mi hermano, de 33 años, se llamaba Daniel Alvarado; su esposa, de 31, Alba Luz Mejía, y su hija, de 3, Michelle. El domingo 19 de noviembre de 2006 iban en la moto en los límites entre Caquetá y Huila. Los mataron integrantes del Batallón de Infantería n.º 26 Cacique Pigoanza”, me contó Dioselina Alvarado.“Por la JEP –añadió– conocí la verdad por parte de los comparecientes. A mi hermano lo señalaron porque vivía en Caquetá; mi cuñada y la bebé murieron al instante, pero él quedó vivo y lo remataron mientras rogaba que lo dejaran vivir. Los soldados que cometieron el crimen tenían aproximadamente 18 años. Aunque es muy duro saber cómo murió mi hermano, me alivia que se conozca la verdad”. LEA TAMBIÉN Hace pocas semanas, en una calle de Garzón, Huila, en el barrio Nazareth, tuve la fortuna de conocer a Dioselina Alvarado y a otras mujeres, cuyos familiares fueron asesinados y presentados falsamente como muertos en combate desde el año 2006.Las mujeres me mostraron, con gran entusiasmo, un mural que las representa y en el que participaron activamente. Me explicaron cómo las medidas restaurativas de la JEP y el acompañamiento permanente del Observatorio Surcolombiano de Derechos Humanos, Paz y Territorio (Obsurdh) les han transformado la vida, luego de la tragedia de perder a sus familiares.Dioselina me dijo mientras mirábamos el mural que, definitivamente, las medidas restaurativas sanan. “Yo vivo en el campo y siempre que bajo a Garzón paso por el mural. Siento satisfacción porque nos quedó hermoso. Están representadas las mamás, las hermanas, los nombres de los 13 asesinados. Mi hermano en la moto, con su esposa y Michelle, las plantas de plátano y el árbol de yarumo. Que chévere poder poner una silla para que la gente se siente aquí, lo mire y se tome fotos y recuerde”, me dijo Dioselina.Este mural fue inaugurado hace pocos días y su objetivo es simbólico y restaurador. Siete de los responsables de la ejecución extrajudicial de Daniel, Alba y Michelle, comparecientes ante la JEP, no máximos responsables, trabajaron en él, junto a Dioselina y a otras víctimas. “El segundo día de la construcción del mural quisimos compartir el almuerzo con ellos. Hicimos un sancocho. Nosotras a ellos solo les damos el saludo, pero nos gustó verlos trabajar. Eso es importante para nosotras”, dijeron. LEA TAMBIÉN La idea de la Ruta de la Memoria nació de las víctimas, “quienes desde hace años expresaron su deseo de ver a los comparecientes participando en acciones materiales que reconocieran la dignidad, restituyeran el buen nombre de sus seres queridos asesinados, de sus familias y que resignificaran el territorio”, me explicó Rosa Liliana Ortiz, la directora de Obsurdh que acompaña a más de 400 víctimas en Huila y Caquetá, 60 por ciento de ellas, mujeres. El sueño de las víctimas y Obsurdh es la construcción de 29 murales pétreos más y de la Casa de la Memoria en Neiva, como medidas restaurativas y ruta de memoria en este departamento.“Esta construcción colectiva del mural de Dioselina –añadió Rosa– se desarrolló en articulación con el componente restaurativo de la JEP, manteniendo como eje la reconciliación, la verdad y la no repetición, valores que dan al mural un profundo significado social, artístico y transformador”.MURAL Foto:Archivo particular“El mural era solo para mí –explicó Dioselina– por el asesinato de mis familiares, pero yo quería hacerles un homenaje a todos los jóvenes que cayeron en Garzón. Quería compartir el mural con las mujeres, que en este proceso son mi familia y mis amigas”.“La verdad –añadió– tenía mucha rabia con ellos –lo comparecientes–, pero los miro ahora y no me da tanta rabia. Ellos recibían órdenes, como peones. Ya entendieron lo que hicieron, el daño que causaron y me lo dijeron en la audiencia con la JEP. También varios de ellos pagaron unos años de cárcel”.“Hace una semana, como parte de sus obligaciones ante la JEP, los siete fueron al batallón a contar lo que hicieron para que no vuelva a pasar nunca más”, contó Dioselina, mientras, con respeto y admiración entiendo mejor por qué la justicia restaurativa y las medidas de la JEP tienen gran sentido para la paz y la reconciliación.  LEA TAMBIÉN “Hemos comprendido que los murales son más que una obra artística, son un proceso colectivo en el que participan víctimas, comparecientes, artistas y comunidades”.Construir un mural pétreo es tallarlo, pintarlo, encontrarse en un gesto simbólico de reparación, de reconocimiento públicoRosa Liliana OrtizDirectora de Obsurdh.“El proceso del mural –añadió Dioselina– empezó en abril, cada una de nosotras hacía un dibujo”. El artista Juan Millán se encargó de plasmar el diseño con las víctimas.Rosa complementó: “Hemos comprendido que los murales son más que una obra artística, son un proceso en el que participan víctimas, comparecientes, artistas y comunidades. Construir un mural pétreo es tallarlo, pintarlo, encontrarse en un gesto simbólico de reparación, de reconocimiento público de responsabilidades y de construcción de confianza en los procesos de justicia restaurativa de la JEP. Es el paso de la denuncia a la creación, del dolor a la dignificación, del negacionismo al reconocimiento”.“La restauración –añadió– ocurre cuando el dolor deja de ser solo una herida íntima y se convierte en un relato público de dignidad y reconocimiento. Cada mural no es un punto final, sino un punto de encuentro y esperanza”. Finalmente, Dioselina me reiteró: “Mi mensaje es que, en realidad, no hay que perdonar, yo no perdono, porque solo perdona Dios. Pero con este proceso yo sané”. LEA TAMBIÉN La justicia, ordinaria o transicional, no es perfecta. Nunca se logra devolver a la vida a quien murió. Ni responder plenamente al daño causado por múltiples violaciones de derechos humanos.Sin embargo, la justicia transicional, que desemboca, por ejemplo, en un mural, forma parte de las medidas excepcionales necesarias para responder a la dolorosa historia del conflicto. Y las valientes mujeres de Garzón, que han vivido un dolor que no puede describirse, nos muestran el camino por seguir, a través de procesos inimaginados que restauran y sanan.* Representante en Colombia del alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos.Scott Campbell* – ESPECIAL PARA EL TIEMPO

Shares: