La sonda soviética Cosmos 482 ha caído finalmente a Tierra. Después de vagar más de medio siglo por la órbita terrestre, la nave, lanzada en 1972 en el marco de una misión a Venus, ha reentrado en la atmósfera este sábado y, según Roscosmos, la agencia espacial rusa, se ha estrellado en el océano Índico poco antes de las ocho y media de la mañana (hora peninsular española). En un mensaje de Telegram, el organismo ruso ha indicado que, según los cálculos de los especialistas del centro ruso de cohetes y naves espaciales TsNIIMash, que forma parte de Roscosmos, el aparato entró en la atmósfera a las 9:24 hora de Moscú —una hora menos en la España peninsular—, “a 560 kilómetros al oeste de la isla de Andamán Medio, y cayó en el océano Índico, al oeste de Yakarta”.Las principales agencias espaciales del planeta estaban siguiendo la reentrada descontrolada de la sonda soviética Cosmos 482 desde hace días y aunque las predicciones se han ido afinando a medida que se acercaba la fecha prevista, la incertidumbre sobre el lugar y la hora exacta de reingreso ha sido elevada hasta el último momento. Pasados pocos minutos de las ocho de la mañana de este sábado, los radares de la Oficina de Desechos Espaciales de la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés) detectaron la nave sobre Alemania. Según sus previsiones, tendría que haber vuelto a sobrevolar el país germano alrededor de las 9.30, pero los radares no captaron nada. “Dado que la nave no fue detectada por radar sobre Alemania en el momento previsto de las 09:32 [hora de la España Peninsular] es muy probable que la reentrada ya se haya producido”, ha comunicado la agencia europea en un blog donde estaban haciendo seguimiento del reingreso.Más informaciónLa sonda soviética Cosmos 482 es un artefacto lanzado hace 53 años que nunca llegó a su destino: Venus. Esta es la principal razón por la que la caída de este objeto de chatarra espacial a la Tierra es especial. La nave fue diseñada para aguantar las enormes presiones de la atmósfera del planeta más cálido del sistema solar, por lo que podría sobrevivir de una pieza a su reentrada en la atmósfera terrestre, prevista para la madrugada del viernes al sábado.Hace unos días se activó el protocolo de seguimiento del Comité Internacional para la Coordinación de la Basura Espacial, un organismo en el que están representadas 13 agencias espaciales incluida la ESA, su homóloga estadounidenses, NASA, además de las agencias de Reino Unido, Francia, Italia, Rusia, Ucrania, China y Japón, entre otras. Aunque todas forman parte del comité, el intercambio de información entre algunas de ellas es prácticamente nulo. Rusia, por ejemplo, lleva tiempo sin aportar datos, aunque sus radares hacen un seguimiento detallado de los objetos espaciales que periódicamente caen a la Tierra. La mayor fuente de información para el mundo occidental la aporta la NASA con su red de radares, aunque tanto la ESA como algunas de las agencias europeas tienen sus propios instrumentos.La sonda descontrolada completa una órbita a la Tierra cada hora y media. Cada radar puede observar este objeto unas cuatro veces al día y estimar cuándo y dónde caerá. El problema es que es muy difícil predecir el comportamiento de este objeto en las capas de la atmósfera que están a entre 100 y 200 kilómetros de altitud. A esto se le suma la incertidumbre de la actividad solar y de otros factores desconocidos, como si la cápsula lleva un paracaídas, y si se desplegará, o si ya lo ha hecho, explica el ingeniero Benjamín Bastida Virgili, que trabaja en el servicio de vigilancia de basura espacial de la ESA en Darmstadt, Alemania. Todos estos factores hacen que el margen de error en la fecha de caída fuesen de casi un día antes o después, y que casi toda la Tierra estuviese dentro de la trayectoria de caída. La Cosmos 482 fue lanzada en marzo de 1972. Nunca logró escapar de la órbita baja terrestre. Después de alcanzar una órbita de estacionamiento alrededor de la Tierra, la nave aparentemente intentó lanzarse hacia una trayectoria de transferencia a Venus. Sin embargo, se separó en cuatro partes: dos de ellas permanecieron en órbita baja terrestre y decayeron en un plazo de 48 horas, mientras que las otras dos piezas, presumiblemente la sonda de aterrizaje y la unidad de motor de la etapa superior separada, entraron en una órbita más alta a entre 210 y 9.800 kilómetros de la Tierra, según la NASA. Se cree que un fallo provocó que la ignición del motor no alcanzara la velocidad necesaria para la transferencia a Venus, dejando la carga útil en esta órbita elíptica terrestre que ha ido decayendo con el tiempo hasta que caiga en los próximos días.El módulo de aterrizaje, de 495 kilos, fue diseñado para aguantar 300 veces la aceleración de la gravedad terrestre y una presión 100 veces superior a la de nuestro planeta, explica la ESA. Como resultado, podría sobrevivir a su reentrada en la atmósfera.Las agencias espaciales se han tomado la reentrada como un valioso experimento. La forma aerodinámica de esta nave la convierte en un objeto ideal para medir la densidad del aire en órbitas terrestres muy bajas. Cada vez que la órbita elíptica pasa por el perigeo, su punto más cercano a la Tierra, pierde altura en el apogeo, su parte más elevada. Esta diferencia de altitud permite inferir la resistencia atmosférica que enfrenta el objeto justo hasta la reentrada. El diseño de la mayoría de naves espaciales es demasiado complejo para realizar estos estudios, pero la forma casi esférica de la cápsula de descenso lo hace posible, convirtiendo su reentrada en un experimento científico “accidental” de reentrada.La caída de grandes piezas de basura espacial es habitual. Partes de cohetes de tamaño moderado reentran casi a diario, mientras que los objetos más pequeños de desechos espaciales rastreados lo hacen con aún mayor frecuencia. Las piezas que sobreviven rara vez causan daños en el suelo. Con el creciente tráfico espacial, se espera que la frecuencia de estas reentradas aumente en el futuro.El riesgo de que la reentrada de un satélite cause lesiones es extremadamente remoto, explica la ESA. El riesgo anual de que una persona resulte herida por desechos espaciales es de menos de 1 entre 100.000 millones.
La sonda soviética ‘Cosmos 482’ se estrella en el Índico tras quedar fuera de control hace medio siglo | Ciencia
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