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La vida en diferido: el debate entre grabar eventos para tener un recuerdo o vivirlos | Estilo de vida

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Es julio de 2024. La música empieza a atronar a través de los inmensos altavoces que se han colocado en el estadio Santiago Bernabéu, en Madrid. Las personas que se amontonan en pista comienzan a gritar, entusiasmadas por ver en directo a Karol G. Después de que las pantallas principales muestren un vídeo, la artista colombiana emerge de la parte inferior del escenario. Ya hay miles de móviles que se alzan sobre las cabezas de los allí presentes, dispuestos a grabar ese momento. Uno de ellos es el de Manuel Bacas, un granadino de 26 años que se sirve de su altura para ver mejor y tener un enfoque privilegiado. Con la batería llena, el móvil guarda en su memoria a Karol G tal y como quiere Bacas. Cuando termina el concierto, más de dos horas después, sale del estadio con la recompensa de decenas de vídeos. Pero, ¿vive igual el espectáculo al estar pendiente del móvil todo el rato? “No considero que grabando me esté perdiendo vivir el concierto, ya que cualquier vídeo que vea después me transporta directamente a él”, comenta.La llegada de los dispositivos móviles a los bolsillos de las personas ha supuesto una revolución en la mediatización de las experiencias de ocio. Antes, todo se quedaba dentro de una esfera mucho más íntima y con limitaciones tecnológicas. Pero ahora, simplemente con pulsar un botón, queda registrado lo que la persona ve en directo, para que pueda repetirlo después las veces que quiera, así como compartirlo con miles de personas. Suele pasar en conciertos, pero también sucede en bodas en el momento del “sí, quiero”, eventos deportivos, vacaciones o cualquier situación donde se puede alcanzar algún tipo de éxtasis emocional. Más informaciónPero esta facilidad artificial de rememorar recuerdos tiene repercusiones en la memoria humana. “El hecho de saber que tenemos un vídeo o una foto nos hace depender menos de nuestra memoria natural porque la estamos delegando vía Google, vía móvil o lo que sea, en lugar de potenciarla. Busco mi grabación o la de otra persona para recordar cómo fue el concierto”, analiza Jordi Isidro Molina, psicólogo experto en trastornos de ansiedad y estado de ánimo en la clínica Cedipte-Psicología. Esto, avisa, puede traer consigo un problema: “Al final, aunque siendo catastróficos, estamos atrofiando un poco la memoria y confiando que funciona de manera autónoma. Y es como un motor, si le damos, va funcionando, pero si no, cada vez funciona peor”.El público esperando a grabar el momento de la aparición de Karol G en su concierto en el Santiago Bernabeu, el 20 de julio de 2024 en Madrid.Europa Press News (Europa Press via Getty Images)Para Bacas, grabar los conciertos a los que va le sirve para no olvidarlos, porque afirma que “conservar todos los momentos de un concierto es imposible”. Sin embargo, es una de esas personas que frecuentemente revisa los vídeos tiempo después, como una forma de revivirlos. “He perdido la cuenta de cuántas veces he podido ver todos los vídeos que hice en el concierto de Karol G y sentir que vuelvo a estar ahí. De hecho, a veces me gusta más cómo suenan ciertas canciones en directo y en mis vídeos grabados que en Spotify”, defiende.Pero hay quienes no comparten su opinión, y consideran que estar pendiente del móvil en un espectáculo es un impedimento. “Podría interferir con el disfrute del momento, ya que podemos estar más pendientes de que los vídeos queden bien que realmente de disfrutar”, dice Berta Sánchez, amiga de Bacas y que ha acudido con él a varios conciertos. Aparte de la independencia de la memoria digital, también puede haber un componente exclusivo en el hecho de salir de un concierto sin un solo vídeo que compartir. A nivel de experiencia del fan, es todavía más mágico y tiene más valor. Así lo cree Mar Guerrero-Pico, investigadora del Departamento de Comunicación de la Universitat Pompeu Fabra, especializada en estudios de fans. Esto lo considera también el músico estadounidense Bob Dylan, que en 2023 contrató a una empresa especializada en crear espacios sin dispositivos: “Es el código de la comunidad, que ha sido alimentado por el propio artista”, comenta la experta. Pero entre los artistas también existe el bando contrario. Es el caso de cantantes “100% mainstream”, como Taylor Swift y Gracie Abrams, o de grupos de K-Pop, que mediante merchandising apoyan la práctica de mantener un constante recuerdo del concierto, ya sea digital o, en algunos casos, guardando fotos mediante cámaras analógicas personalizadas. Hay incluso fans que, además de grabar al artista, se filman a ellos mismos y a sus acompañantes para recordar sus reacciones y compartirlas a través de redes sociales. “Yo grabo la mayoría de veces al artista, y te diría que un 20% a mí y al grupo de amigos con el que voy”, comenta Bacas, que también comparte fragmentos del concierto a través de Instagram, aunque “siempre después de ver todos los conciertos y, en muchas ocasiones, incluso dos días después”.Cartel que prohibía el uso de teléfonos móviles en el concierto de Bob Dylan en la Universidad Complutense de Madrid el 7 de junio de 2023.Europa Press News (Europa Press via Getty Images)El uso de la tecnología parece dibujar un futuro catastrófico para la memoria natural, pero puede no serlo tanto. “Confiamos más en nuestra parte digital que en nuestra memoria real, pero también tiene un sentido positivo para lo que se considera memoria ‘inútil’. Utilizaremos la tecnología para cálculo matemático o para ubicación espacial, que no son necesarios para nuestra supervivencia. Sin embargo, sí que podemos volvernos más simples o más manipulables si tenemos más problemas de memoria”, afirma Molina.Cuando no había móviles en los conciertos, la mayoría de veces el único modo de capturar el momento era con nuestros propios ojos y memoria. Pero ahora “eso se ha expandido de alguna manera”, como afirma Guerrero-Pico. “Marshall McLuhan, uno de los fundadores de los estudios sobre medios, hablaba de que estos son extensores, es decir, que ayudan a extender la experiencia humana. De esta manera, también podemos hablar de que los móviles extienden la capacidad de memoria, a expensas de ejercitar la propia y los sentidos que ya nos vienen de serie como seres humanos”, explica.“Confiamos más en nuestra parte digital que en nuestra memoria real, pero también tiene un sentido positivo para lo que se considera memoria ‘inútil’. Utilizaremos la tecnología para cálculo matemático o para ubicación espacial, que no son necesarios para nuestra supervivencia”, opina el psicólogo Jordi Isidro Molina.Catherine Falls Commercial (Getty Images)“Creo que de todos los conciertos tengo un recuerdo imborrable en mi memoria, pero no los recordaría de la misma forma. Tener ese ‘disco duro’ al que recurrir cuando quieres rememorar el concierto es una suerte y creo que eso es con lo que tenemos que quedarnos”, asegura Bacas. Sánchez tiene una visión algo distinta: “Era de las que antes grababa también en los conciertos, pero luego me di cuenta de que eran vídeos que nunca veía porque no me hacía falta verlos para volver a recordar el concierto. Además, si quiero volver a verlo, lo voy a encontrar en cualquier red social”.La llegada de los móviles como elemento indispensable ha supuesto una revolución en la forma de vivir los momentos importantes. Es una manera de extender la memoria para repetir la vivencia tantas veces como se quiera, e incluso también de democratizar y mediatizar estas experiencias. Sin embargo, los expertos coinciden en que su utilidad no debe ser única, sino complementaria, como un suplemento de la memoria natural.


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