Las nueve piezas robadas este domingo en el insólito atraco al Museo del Louvre tienen un valor económico colosal si se tienen en cuenta las miles de piedras preciosas que las componen. Pero su valor es sobre todo intangible, pues son joyas únicas que cuentan la historia de Francia y evocan su época de máximo esplendor. Más informaciónEn la galería de Apolo de la pinacoteca, la que asaltó el comando de cuatro hombres accediendo por el balcón gracias a una escalera, se exponen un total de 23 piezas de antes de la Revolución Francesa y del Primer y Segundo Imperio. Los cuatro asaltantes siguen huidos y las piezas desaparecidas. Solo se ha podido encontrar una, que los asaltantes perdieron en la huida. Es la corona de diamantes de Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III. Se trata de joyas del siglo XIX con miles de diamantes o zafiros, engarzadas con técnicas de gran complejidad que ilustran el savoir faire de los artesanos de la época. Es muy difícil que puedan revenderse en el mercado negro, porque están identificadas y serían localizadas fácilmente, así que la única manera de hacerlo es desmontándolas para tratar de comercializar los diamantes o las perlas por separado o fundir los metales y tallarlos de nuevo. En este caso ya no se sabría su procedencia, pero perderían su valor patrimonial e histórico. La carrera contrarreloj para encontrarlas antes de que se destruyan ya ha comenzado.Los expertos advierten, sin embargo, de que este proceso no es fácil, podría llevar varios meses y requiere de más cómplices. “Los ladrones han subestimado quizá esta labor, que es muy compleja”, explicaba Alexandre Giquello, comisario en la casa de subastas Drouot, a la cadena BFM. El juego formado por una diadema de la reina María Amelia y de la reina Hortensia, un collar del conjunto de zafiro de las mismas reinas y un pendiente de ese mismo conjunto sustraídos del Museo del Louvre, en París.Département des Objets d’art du Musée du Louvre (EFE)Entre las piezas sustraídas está la diadema de María Amelia, última reina de Francia, y Hortensia, madre de Napoleón III. La tiara perteneció primero a la reina Hortensia, que era hija de Josefina, primera esposa de Napoleón Bonaparte, y después pasó a manos de la María Amelia de Borbón-Dos Sicilias, que se casó con el rey Luis Felipe. La tiara se elaboró entre 1800 y 1825 y tiene 84 zafiros y 1083 diamantes.Los ladrones también se llevaron el collar y los pendientes de zafiro que llevaron las dos monarcas. Se trata de piezas con zafiros, diamantes y oro de Sri Lanka. Las adquirió el rey Luis Felipe (1830-1848), cuando aún era duque de Orleans, para Hortensia de Beauharnais, madre de Napoleón III. Las monarcas lucen estas joyas desaparecidas en muchos de los retratos de la época. Es el caso de la reina María Amelia en el que le hizo el pintor Louis Hersent en 1836. Se desconoce quién encargó las piezas y quién fue el joyero que las diseñó. El collar tiene ocho zafiros, rodeados de 631 diamantes engastados en oro. Fue adquirido por el Gobierno francés en 1985 a la antigua colección de la casa de Orleans. El par de pendientes de esmeralda de María Luisa sustraídos durante el robo cometido en el Museo del Louvre, en París.Département des Objets d’art du Musée du Louvre (EFE)El collar y los pendientes de esmeraldas de la emperatriz María Luisa, también robados, son dos piezas que tienen en conjunto 38 esmeraldas y 1.146 diamantes. Se las regaló Napoleón Bonaparte a su segunda esposa, tras separarse de Josefina. Tras la muerte de María Luisa, las piezas acabaron en Italia. Los pendientes tienen seis esmeraldas y más de 100 diamantes y se engarzaron en 1810. El conjunto original incluía también una diadema. El Estado francés recuperó el collar y los pendientes en 2004. El broche relicario robado del Museo del Louvre, en París.Département des Objets d’art du Musée du Louvre (EFE)Además de las citadas, los asaltantes se llevaron otras joyas que lució Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III y la última emperatriz de Francia antes de la caída del Segundo Imperio. Es el caso del broche relicario. Datado en 1855, es obra de Alfred Bapst, joyero real, y tiene 18 diamantes en forma de corazón. El otro broche desaparecido es un gran lazo de corpiño con una ‘cascada’ de diamantes rosas engastados en plata y bañados en oro.Otro broche robado, un gran lazo de corpiño con una ‘cascada’ de diamantes rosas engastados en plata y bañados en oro.Louvre Museum (via REUTERS)La diadema de la emperatriz Eugenia también forma parte del botín. Es una joya que Napoleón III le regaló en el día de su boda, en 1853. Tiene 212 perlas y 2.000 diamantes y es obra de Alexandre-Gabriel Lemonnier, joyero del emperador. Corona de la emperatriz Eugenia de Montijo, la esposa española del emperador Napoleón III (1852-1870), que los ladrones perdieron en su huida y resultó dañada durante el robo cometido en el Museo del Louvre, en París.Département des Objets d’art du Musée du Louvre (EFE)Lo único que se ha podido recuperar es la corona que perteneció a Eugenia, compuesta por 1.354 diamantes y 56 esmeraldas. Fue subastada y adquirida por el mecenas Roberto Polo, que la donó al Museo del Louvre en 1988. Los asaltantes la perdieron por el camino y se están evaluando los daños. El robo de las joyas de la Corona perpetrado por los cuatro encapuchados, en siete minutos, con una radial y una escalera, es una metáfora de la Francia actual, esa que, en plena crisis política y económica, ha perdido su esplendor.

Las joyas robadas del Louvre: símbolos del apogeo de Francia y difíciles de vender | Cultura
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