
Hay una brecha de género que atraviesa, de punta a punta, todos los compartimentos de la medicina. Desde la investigación más básica —durante décadas, se han usado solo modelos animales macho en los ensayos preclínicos, por ejemplo— hasta el diagnóstico o el tratamiento. El campo de la cardiología, una de las disciplinas donde más se ha estudiado esta desigualdad asistencial entre hombres y mujeres, es paradigmático: en el infarto, por ejemplo, ellas acostumbran a diagnosticarse más tarde, se identifican peor sus síntomas o se banalizan más; y al tratarlas, los médicos también son más conservadores y se les hacen menos procedimientos invasivos. Todas esas deficiencias identificadas se están intentando atajar, pero las aristas de la profunda brecha de género todavía no han tocado techo. Una nueva investigación, publicada este lunes en la revista Nature Cardiovascular Research, ha ahondado en estas desigualdades en el campo de la prevención y ha descubierto que también las recomendaciones de ejercicio físico pasan por alto las diferencias entre sexos: según este estudio, las mujeres pueden obtener más beneficio cardiovascular de la actividad física que los hombres. Esto es, logran una protección cardiovascular importante con dosis más bajas de ejercicio físico que las que necesitan los hombres para conseguir las mismas ventajas. Más informaciónVaya por delante que el ejercicio físico es beneficioso para todo el mundo. Y es una de las intervenciones preventivas más eficaces para cuidar la salud cardiovascular: reduce hasta un 20% el riesgo de enfermedad coronaria y un 28% el peligro de fallecer por este grupo de dolencias. Pero los beneficios no son uniformes para ambos sexos.En este estudio, un grupo de investigadores chinos analizaron datos de actividad a través de dispositivos portátiles (como pulseras inteligentes) de más de 85.000 personas del Biobanco del Reino Unido para ver esas diferencias por sexos en la asociación entre la actividad física y la salud cardiovascular. Y tomaron como punto de partida las directrices de las autoridades sanitarias, que recomiendan unos 150 minutos semanales de actividad física moderada a vigorosa —moderada podría ser andar a paso ligero, pasar la aspiradora, ir en bicicleta; y vigorosa, más bien correr, nadar o jugar al tenis— para ambos sexos. En una cohorte de 80.200 individuos sin enfermedad coronaria, la investigación concluyó que las mujeres que cumplieron las directrices sanitarias (esos 150 minutos semanales) tuvieron un 22% menos de riesgo de enfermedad coronaria, mientras que la reducción en los hombres fue del 17%. En la misma línea, análisis posteriores demostraron que si esa actividad física asciende a 250 minutos de ejercicio semanal, ellas lograban una reducción del 30%. Pero los hombres, para conseguir ese beneficio cardiovascular, necesitarían 530 minutos. Los autores también encontraron que, en una cohorte de unas 5.000 personas con cardiopatías coronarias, las mujeres que practicaban ejercicio físico tenían una reducción en el riesgo de mortalidad tres veces mayor que el que experimentaban los hombres.La hipótesis de los estrógenosSobre los mecanismos que explican esta disparidad, los investigadores admiten que no están claros, pero especulan con varias hipótesis. Por ejemplo, que los niveles circulantes de estrógeno son mucho más altos en las mujeres y esta hormona “puede promover la pérdida de grasa corporal durante la actividad física”, cuenta Jiajin Chen, investigador del Instituto de Enfermedades Cardiovasculares de la Universidad Xiamen (China) y autor del estudio. “Un ensayo controlado aleatorizado también ha demostrado que la suplementación con estrógeno puede aumentar la oxidación lipídica en hombres durante el ejercicio, lo que se sabe que mejora los resultados clínicos en la cardiopatía coronaria”, abunda en una respuesta por correo electrónico.Otro mecanismo que puede estar implicado, sospechan los autores, es la disparidad sexual en la composición morfológica del músculo esquelético: las fibras son diferentes y también el metabolismo muscular. “Estas diferencias pueden contribuir a la mayor sensibilidad observada a la actividad física y al mayor beneficio clínico en las mujeres”, sopesan en el artículo. Aunque Chen admite que “se necesitan más experimentos biológicos para explorar los mecanismos que subyacen a las diferencias de sexo en los beneficios cardiovasculares del ejercicio”. Los autores consideran, eso sí, que sus hallazgos justifican “la necesidad de un manejo individualizado según el sexo en la prevención de la enfermedad coronaria”. Máxime, teniendo en cuenta que las mujeres son más inactivas físicamente y tienen menos probabilidades de alcanzar los objetivos de control de los factores de riesgo. Para José María Guerra, miembro de la Unidad de Arritmias del servicio de Cardiología del Hospital Sant Pau de Barcelona, esta investigación, en la que no ha participado, es “muy interesante” y los datos son “muy buenos”. “Es muy interesante porque partimos de una población femenina que tienen menos costumbre de hacer ejercicio, menos motivación y hábitos más sedentarios, a la que le pones pautas de ejercicio pensadas en hombres. Si le pides menos, porque sabes que tendrás igual beneficio, tendrás más posibilidad de que lo hagan”, reflexiona el cardiólogo.Sobre las causas, el médico admite que echó de menos en las hipótesis que plantea el estudio que “la exposición a la enfermedad también es diferente”. “La enfermedad cardiovascular en la mujer empieza a desarrollarse a partir de los 50 años, tras la menopausia; pero en los hombres, en cambio, probablemente empiece antes, a partir de los 20. Hay un tiempo de exposición mayor y eso no lo comentan. Es cierto que en ellas luego la enfermedad va más rápido, pero quizás también tienen más capacidad para retroceder o ser moldeadas”.Animar a las mujeres a practicar deporteEn el artículo, los investigadores alertan de que estas brechas identificadas “podrían resultar en peores resultados clínicos en las mujeres”. E inciden en un mensaje clave: “En comparación con los hombres, las mujeres obtienen beneficios de salud equivalentes con solo la mitad del tiempo de ejercicio. Los hallazgos podrían tener el potencial de animar a las mujeres a practicar actividad física”. Guerra coincide: “A la hora de hacer recomendaciones hay que pensar a quién le estás recomendando. Nos queda mucho camino y este estudio te lo demuestra. Pero esas diferencias entre hombres y mujeres hay que tenerlas en cuenta a la hora de tratar o prevenir”. Esta investigación tiene limitaciones, como que la cohorte, procedente del Biobanco del Reino Unido, suele tener un perfil demográfico muy homogéneo: clase media y raza blanca. En un comentario adjunto, Emily S. Lau, del Hospital General de Massachusetts (EE UU) plantea la necesidad de responder a cómo se traducen estos hallazgos en cohortes diversas, “especialmente porque las poblaciones socioeconómicamente desfavorecidas y minoritarias experimentan los niveles más bajos de actividad física y los peores resultados cardiovasculares”, reflexiona. Con todo, Lau valora: “Este estudio proporciona más evidencia de que una solución única no sirve para todos y nos desafía a pasar de la conversación a la acción”. El enfoque asistencial con perspectiva de género, con una investigación que presta atención a las diferencias sexuales y de género, ha contribuido a una reducción del 30% en las muertes cardiovasculares en mujeres, según los expertos.
Las mujeres obtienen más beneficio cardiovascular del ejercicio físico que los hombres | Salud y bienestar
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